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Empresarios mexicanos se van a huelga contra la 4T

Los empresarios, la inversión privada en México, lleva cuatro trimestres en números negativos, básicamente desde que AMLO ganó la elección en 2018.
lun 24 febrero 2020 06:45 PM
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El 18 de febrero el presidente sostuvo una cena con empresarios extranjeros.

Los capitales domésticos están en huelga, no dispuestos a invertir en México hasta que AMLO recapacite y dé señalas de certidumbre. Poder político y económico están jugando a las luchitas y en medio ha quedado la economía mexicana como daño colateral.

Hay quien dice que los inversionistas no tienen ideología. Los datos muestran lo contrario. El primer año de AMLO inversionistas extranjeros y mexicanos han mostrado que evalúan a México de forma muy diferente.

Los extranjeros, en su mayoría, continúan confiando en la solidez macroeconómica de México y su posición geográfica privilegiada. Si bien públicamente han mostrado temor por las posiblemente erráticas decisiones de AMLO, lo cierto es que no han retirado su confianza. Por ello la inversión extranjera directa aumentó 4.2% durante 2019.

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Los inversionistas mexicanos ven la cosa muy distinta. Están en huelga. Han detenido sus inversiones por “falta de confianza” y porque “no les gusta la ideología de AMLO”. Así, la inversión privada total lleva cuatro trimestres en números negativos, básicamente desde que AMLO ganó la elección en 2018. El crecimiento de la inversión privada total.

Ciertamente, la inversión extranjera está creciendo a tasas más bajas que antes, pero no tan bajas como las de la inversión total. El último año del sexenio de Peña Nieto la inversión crecía al 6.4% (2.2 puntos más de lo que creció en 2019). Por su parte, la inversión total tuvo en 2019 su peor año en seis años.

Así es como cada vez se posiciona más la idea de que para que la economía mexicana crezca se necesita recobrar la confianza del empresariado.

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La traducción de esa demanda es básicamente que el estado debe hacer tres cosas para que los capitales levanten su huelga.

Primero, quieren que el Estado Mexicano que permita la inversión privada complementaria a Pemex y CFE. Esto es, más rondas de hidrocarburos y generación de electricidad en gran escala por parte del sector privado vía renovables, principalmente la solar.

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Quieren parte del pastel energético en México y se sienten profundamente traicionados porque AMLO está tomando decisiones que no les permitirán tenerlo. La cereza del pastel de las reformas estructurales de Peña Nieto había sido la reforma energética, un anzuelo bien tirado que permitió que se aprobaran otras reformas que no necesariamente beneficiaban al empresariado: competencia, telecomunicaciones y fiscal.

Sin inversión petrolera el empresario doméstico no solo ha perdido un área de negocios, sino la posibilidad de acceder a energía más barata para reducir sus costos de producción. La estrategia de AMLO para Pemex y CFE no permitirá que se reduzcan costos, incluso podría llevar a una eventual quiebra de la petrolera a costa del dinero de los contribuyentes.

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Segundo, quieren que no se busque a los evasores fiscales o que se haga, pero sin penas severas. Tienen temor de invertir y ver reducidas sus utilidades porque no puedan continuar usando estrategias fiscales agresivas. Los impuestos en México son altos en papel, pero no en realidad. Se estima que las empresas pagan 5% de ISR.

Para volver a invertir los empresarios quisieran que se hiciera un compromiso explícito o tácito de que las reglas de ese juego no van a cambiar o cambiarán poco. Al parecer, también existe miedo de que se utilicen medidas fiscales para atacar a empresarios que han sido críticos con el gobierno.

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Finalmente, desean que se reinstale la construcción del aeropuerto y que se utilice empresas privadas tanto para la construcción de obra pública como para otras compras públicas. Esto es importante porque la disputa no solo es por un aeropuerto sino por quién y por cuánto se van a construir las principales obras de infraestructura de México.

Al momento, AMLO ha decidido que será el Ejército y los ciudadanos mismos. El aeropuerto de Santa Lucía está siendo construido por militares, lo mismo que escuelas públicas. Otras obras menos grandes están siendo hechas por ciudadanos comunes que reciben dinero para construir caminos rurales o mejorar sus escuelas. Todo esto ha afectado severamente a la industria de la construcción que tiene, por cierto, a los inversionistas mexicanos más pesimistas de todas las industrias.

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Entiendo que AMLO crea que es muy injusto que se deba ceder ante la huelga pero la realidad es que se tendrá que llegar a acuerdos y se tiene que aprender a coordinar al sector privado. Un gran ejemplo de que se puede domar al poder económico si se actúa de forma estratégica e inteligente es el etiquetado frontal. El etiquetado funcionó. La cancelación del NACIM no funcionó. Se necesitan más casos del primero y menos del segundo.

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Nota del editor: Las opiniones de este artículo son responsabilidad única del autora.

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