Es entendible el dilema de muchos medios. Si salen con estridencia, probablemente vendan más. En una realidad en la que muchos se acostumbraron a solo vivir del erario, necesitan esas ventas para sobrevivir.
Pero es crucial que los medios comiencen a adoptar un rol más encaminado en salvaguardar la gobernabilidad democrática del país, ante la clara inexistencia de oposición y contrapesos políticos. Lo mismo va para todos esos sectores que hoy parecen resentidos por la victoria de la llamada 4T.
Ojalá no sea demasiado tarde cuando nos demos cuenta, todos los actores de la sociedad, de que pudimos controlar mucho mejor la situación. Ojalá que, para cuando tomemos conciencia de los errores, no sea demasiado tarde para evitar una narrativa única que nos afectará a todos.
El presidente está haciendo lo suyo, que es comunicar. Es hora de que quienes se supone son los expertos en la materia dejen de seguir su juego y empiecen a responsabilizarse de cambiarlo. No debe ser muy difícil, lo que falta es claridad de mente y voluntad para hacerlo.
No olvidemos que los distractores los hacemos nosotros.
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Nota del editor: Las opiniones expresadas en esta columna son exclusivas del autor.