Más allá de las filias y fobias de la temporada, del desgastante jaloneo entre la estridencia y la arrogancia en el que se ha convertido la conversación pública, lo cierto es que esas decisiones siempre suponen un dilema, una negociación, entre las convicciones y las consecuencias. Entre lo deseable y lo posible. Pero en la coyuntura actual esas disyuntivas se están complicando porque el lopezobradorismo insiste en plantearlas desde la inercia de un absolutismo moral que le era muy útil cuando estaba en la oposición, pero que le estorba ahora que es gobierno y tiene que habérselas con sus efectos prácticos. Porque antes sabía hacer suya cualquier crítica o demanda sin tener que asumir la responsabilidad de atenderla, pero ya que la responsabilidad es suya da la impresión de que no sabe qué hacer frente a ninguna crítica o demanda. Es como si ese absolutismo moral le impidiera habérselas con la ambigüedad propia, ineludible, de la política. Con el hecho, como bien lo escribió Max Weber, de que “el mundo está regido por los demonios y quien se mete en política, es decir, quien accede a utilizar como medios el poder y la violencia, ha sellado un pacto con el diablo, de tal modo que ya no es cierto que en su actividad lo bueno sólo produzca el bien y lo malo el mal, sino que frecuentemente sucede lo contrario”.
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O quizás el presidente simplemente calcula que sus apoyos y niveles de aprobación constituyen un capital que le permite sufragar con facilidad los costos de no aceptar la validez de las exigencias de las víctimas, de los padres de niños con cáncer o de quienes denuncian el maltrato contra los migrantes. Quizás el presidente piensa que admitir las fallas que esas exigencias le significan pondría en entredicho su autoridad y, por eso, prefiere ignorarlas, relativizarlas como mero golpeteo político o hasta pasar a la ofensiva contra quienes le formulan dichas exigencias. Total, la opinión pública mayoritaria sigue estando con él a pesar de los déficits de sus políticas, sus errores de juicio o sus malos resultados.