Peña Nieto también optó por no dotar de recursos suficientes, humanos y económicos, a las instituciones del gobierno mexicano encargadas de ofrecer protección y guía a esos mismos migrantes. Ese abuso es una de las muchas manchas indelebles que llevará el sexenio anterior a su juicio con la historia.
Ahora bien, si lo de Enrique peña Nieto y los funcionarios encargados de la política migratoria en su gobierno fue lamentable, lo que hoy se vive en la frontera sur de México es simplemente aberrante.
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Dos factores se combinan para lo que es ya una crisis humanitaria de consecuencias impredecibles. La primera de ellas es la decisión del gobierno de López Obrador de cooperar plenamente con la estrategia de persecución y deportación que le ha ordenado Donald Trump. Ni siquiera Peña Nieto, que bajó la cabeza de manera tan indigna, llegó al grado que ahora vemos.