Es costumbre de ciertas publicaciones proponer, como una forma de bajar alerones antes del periodo vacacional, a un personaje que de algún modo represente lo más significativo del año que acaba. Nunca me ha gustado esa costumbre. La elección siempre me ha parecido muy problemática, discutible, ese afán de querer resumir la historia de doce largos meses en una sola persona me resulta, sinceramente, trivializante y odioso.
Sin embargo, de diciembre en diciembre me descubro, aunque sea a regañadientes, leyendo los perfiles de los elegidos y participando en conversaciones de sobremesa que replican dicha costumbre. Critico la predilección política que suele acusar la elección del personaje, condeno el culto a la celebridad al que contribuye, trato de llevar la contraria y argumentar por qué es un despropósito, pero igual termino derrotado, postulando a mis candidatos y votando a ver quién gana. Creo que se ha convertido en mi ritual culposo de la temporada prenavideña.
Este año he decidido dejar de resistirme y tomar la iniciativa, adelantándome a publicar mi propia lista de quienes considero los seis personajes más emblemáticos del 2019. Aviso que no incluí a López Obrador ni a Trump para que el ejercicio fuera un poco más… interesante.