En este zoológico de actores medianos de la política, resulta poco entendible la participación de algunas personas que han tenido trayectorias discretas y de cierto prestigio, como la ex priista Beatriz Pagés, o como el ex diputado Fernando Belaunzarán. Una lástima verlos en este circo.
Futuro 21 se vende como la posibilidad de generar una fuerza política que le haga un contrapeso real al actual gobierno, al que consideran populista. Un partido que aglutine a la sociedad alrededor de valores democráticos y de unidad, ante lo que llaman un entorno de división.
Según Ortega, con décadas de vida política y partidista, será un espacio que en su mayoría se conformará por personas sin militancia previa en partidos políticos para que no sean los mismos de siempre. El chiste se cuenta solo al ser, todos los fundadores, militantes de décadas.
Los fundadores de Futuro 21 dicen que construirán una opción liberal, socialdemócrata para redignificar la vida partidista de México; rechazar la visión clientelar, demagógica y populista; y competir en las elecciones de 2021 para restarle fuerza a Morena en la Cámara de Diputados.
Es interesante que persigan este tipo de objetivos, cuando los principales impulsores de este movimiento político se han dedicado a toda una trayectoria política de construcción de clientelas desde el PRD.
Es interesante, también, que se pongan como objetivo redignificar a la política, cuando muchos de ellos, desde sus diferentes trincheras, han dinamitado partidos políticos y han traicionado valores y principios en la búsqueda de poder y de beneficios personales.
Difícilmente la sociedad acompañará un movimiento de esta naturaleza, si está compuesto por personas que simplemente no han entendido la realidad social del país; que han perdido todos sus últimos procesos electorales por la profunda desconexión con la sociedad.
Lamentablemente, Futuro 21 parece más un esfuerzo desesperado de personajes disímbolos que se unen por una misma característica: hoy se encuentran fuera de la estructura de poder y buscan regresar a toda costa.
Ninguno de los renombrados ponentes de esta primera asamblea reconoció errores propios, excesos, omisiones y fracasos. Se pintaron a sí mismos como grandes demócratas preocupados por el país. Algo que no demostraron durante sus largos años viviendo del sistema.
La incongruencia y la ambición desmedida en la política mexicana de los tiempos actuales parecen no tener límites, y Futuro 21 es el vivo ejemplo.