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#ColumnaInvitada | Riesgo de contagio ante el paro de los policías

La Policía Federal dejará de existir y muchos de sus elementos no caben en los estrechos criterios de incorporación a la Guardia Nacional, sobre esto escribe Sofía Ramírez Aguilar.
lun 08 julio 2019 11:01 AM
Sofía Ramírez
Analista política y directora adjunta de investigación aplicada en MCCI.

El miércoles 3 de julio un primer grupo de policías federales se declaró en paro ante la instrucción de que dos de las siete divisiones de la Policía Federal, la Gendarmería y las Fuerzas Federales, se alistaran para pasar a la Guardia Nacional (GN). Desde entonces, diversos cuarteles y oficiales de otras divisiones han manifestado solidaridad de varios modos.

Un acuerdo publicado por la Secretaría de Seguridad y Protección Ciudadana el 28 de junio, instruye que miembros de la Policía Militar y Naval se incorporen a la GN, con la garantía de que se les respetarán grados, antigüedad, estudios y ascensos, según las reglas de su corporación de origen.

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Con criterios diferenciados, ese mismo acuerdo menciona que los policías federales de las divisiones mencionadas (de corte civil) se someterán al mando de la Guardia Nacional (que de facto será militar) y usarán el mismo uniforme que sus pares provenientes del Ejército y la Marina.

Policías Federales
Inconformidad. Los federales rechazan desde las condiciones del traslado hasta los uniformes y equipos.

Del reconocimiento de su trayectoria nada se menciona; no dice nada sobre respetar su antigüedad o sobre su esquema de ascensos. No es claro cómo ni cuándo, pero la Policía Federal dejará de existir, y quienes no quieran o no puedan irse a la GN no tienen la opción regresar a “su institución armada de origen”, como sí lo tendrán los militares y marinos.

Muchos policías no caben (literalmente) en los estrechos criterios de incorporación a la Guardia Nacional por su masa corporal, tal como lo establece la convocatoria.

Requisitos para ser parte de la GN:

  • Ser mexicano(a) por nacimiento y no haber adquirido otra nacionalidad.
  • Tener buena salud física y mental.
  • No tener antecedentes penales.
  • Estatura mínima 1.63 m para hombres y 1.55 m para mujeres.
  • Índice de masa corporal menor a 28%.
  • Sin perforaciones.
  • Tatuajes permitidos siempre que sean menores a 10×10 cm y los tape el uniforme.

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Bajo reglas inciertas de recontratación, los policías federales no quieren lanzarse al vacío. Irse a paro no debió ser fácil: el texto constitucional no permite reinserción de los policías en ninguna corporación de su tipo si son separados del encargo. Bajo las nuevas reglas de la GN, los policías federales (a diferencia de los militares y marinos) perderán una importante parte de sus ingresos por el cese del pago de los bonos de operatividad y de riesgo, y por la cancelación de los seguros de gastos médicos para sus familias.

El despliegue en el campo es hostil. La violencia acecha y las condiciones laborales son precarias: la comida es escasa, algunos incluso duermen sobre cartones. Deben trabajar de la mano con militares y marinos, quienes tienen una formación castrense. No auguro que un policía inconforme se entienda bien con un mando militar al momento de exponer sus quejas. Los policías federales están contra la pared: sus ingresos y condiciones laborales empeoraron, no tienen entrenamiento militar sino policial (del tipo que debiera tener toda la Guardia Nacional), si los corren no podrán volver a ser policías nunca y el gobierno no ha ofrecido salidas que convenzan.

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En el peor momento de la crisis de inseguridad y violencia según las cifras oficiales, nadie quiere menos policías federales. Muy pocos confían en las corporaciones policiales locales y 9 de cada 10 mexicanos considera que son corruptos ( Los Mexicanos Frente a la Corrupción y a la Impunidad, 2019 ).

El Presidente sabe que la inseguridad y la corrupción son los dos problemas que más preocupan a la gente desde hace años (ENCIG, INEGI). Lo que tal vez no recuerde es que cuando la economía va mal (porque creceremos por debajo del 2% este año), la percepción popular sobre la inseguridad y la corrupción tienden a maginificarse ( Desarmar la Corrupción, 27 de junio 2019 ), con costos en las urnas.

La solución al conflicto debe incorporar el respeto del Presidente y su gabinete por los policías federales, no volver a llamarlos corruptos ni quejiches y, sobre todo, no acusarlos de cometer el delito de amotinamiento. Éste es un conflicto laboral y así debe resolverse. La solución de fondo requiere una reforma constitucional que otorgue condiciones laborales justas para los policías del país; redignificar la carrera policial, profesionalizar a todos los elementos y contar con un esquema de condecoraciones y sanciones que promuevan la lealtad y la disciplina; que se castiguen abusos de cualquier tipo al interior y que se mejore la capacidad para prevenir y abatir la violencia y la inseguridad.

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Pero en lo que esto ocurre, el gobierno debe valorar acciones inmediatas e incómodas, tales como negociar la prevalencia de la Policía Federal (al menos en el futuro inmediato), y asignar y ejercer su presupuesto en vez de financiar con ello a la Guardia Nacional.

Si el temor del presidente es incumplir con su promesa de tener una GN “civil”, los policías federales tienen un margen de negociación importante: el gobierno necesita que, al menos, un par de miles de ellos ingresen por su propio pie a la las filas de la GN. El Presidente hizo compromisos públicos en materia de seguridad, mismos que puede empezar a cumplir con 40 mil militares alistados en la Guardia Nacional (en vez de los 50 mil que anunció), más algunos policías federales que así lo deseen.

Sin embargo, hay dos componentes inamovibles en la negociación entre policías inconformes y gobierno, en los que este último debe mantenerse firme. Primero, que el mando dentro de la GN se acata, aún si éste es militar. Segundo, que sí habrá controles de confianza. Ojo aquí: tradicionalmente, quienes se oponen a los controles de confianza son los militares, por lo que este reclamo puede acumular malestar entre la tropa militar y naval, no solo entre los policías federales.

El gobierno tiene poco tiempo para actuar antes de que se le sumen paros policiales en los estados y municipios. De lo contrario, el costo de negociar se elevará rápidamente y tendrán que pensar en cambiar el mando dentro de la Policía Federal; y no me refiero a la comisaria Patricia Trujillo, sino al secretario Durazo.

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La autora es analista política y directora adjunta de investigación aplicada en MCCI.
Nota del editor: Las opiniones de este artículo son responsabilidad única del autor.

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