El Poder Judicial se politiza, no porque resuelva casos con sesgo, sino porque ciertos casos tienen mayor probabilidad de llegar a la Corte que otros. Uno de los principales determinantes de que un caso avance es que tenga un buen equipo de abogados. Como tener buenos abogados requiere recursos, si el litigio estratégico se convierte en la nueva forma de hacer política pública, esta política pública estará irremediablemente sesgada a los deseos de las personas con mayores recursos.
Pongo un ejemplo concreto. De acuerdo a la Auditoría Superior de la Federación, sólo el 9% de las irregularidades en el gasto público se concentran en obras de infraestructura. En cambio, el 58% se concentra en materia de educación, salud y desarrollo económico.
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Presentar múltiples amparos que parecen apelar a sólo un tipo de problema y no a otros, sesga la labor judicial, y lo desprestigia ante los ciudadanos que, ya de por sí, ha visto por décadas a la justicia siempre favorecer a los que más tienen. Si #NoMasDerroches quiere representar la sociedad civil, lo deberá hacer en los aspectos que más le afecten al ciudadano promedio, no en los que más les interesan a ellos.
Finalmente, me parece muy delicado el que la Corte termine decidiendo qué es un derroche y no los mexicanos en las urnas. En los noventa, los seguros de desempleo, las pensiones públicas y muchos otros subsidios que hoy consideramos deseables y necesarios para reducir la desigualdad, hubieran podido ser clasificados como derroches. Es decir, la ideología también permea al Poder Judicial y a lo consideramos “correcto”. El ejecutivo debe tener posibilidad e implementar su agenda, aunque no nos guste, y nosotros debemos poder jugar el juego democrático sin recurrir al juego de la interpretación legal.
Nota del editor: Viridiana Ríos (@viri_rios) es profesora asistente visitante de la Universidad de Harvard.
Las opiniones expresadas en esta columna son exclusivas del autor.