¿Cómo reaccionar ante Trump?

La postura de Trump no está basada en un cálculo migratorio. De hecho, desde el 2015, México deporta más inmigrantes centroamericanos a sus países de origen que Estados Unidos. Tan solo en 2019, las deportaciones han aumentado de 5,600 en enero a 9,100 en marzo; esto es un incremento del 60%.

A todas luces, si México no está haciendo más por reducir la migración, es porque no tiene capacidad para implementar mayores restricciones. Y también, porque algunas de las medidas recientemente implementadas por Trump, como recortar la ayuda internacional que se le daba a Centroamérica, está repercutiendo negativamente en la región y creado aún más migración.

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Trump está arremetiendo con tarifas contra México, India y China porque su campaña electoral va a comenzar y necesita diferenciarse de sus contrincantes demócratas que apoyan el libre comercio.

Y esto es aún más necesario porque Trump continua siendo acusado de entorpecer la justicia en un caso que, al parecer, lo incriminaría como beneficiario de la interferencia de Rusia en la elección que le dio el triunfo en 2016.

Entender el contenido electoral de la estrategia de Trump es crítico para diseñar nuestra estrategia.

Dicha victoria puede estar relacionada con impedir la migración forzada o con colaborar en problemas comunes como el rol del crimen organizado en la inseguridad de la frontera.

Otorgar una victoria simbólica es crítico no solo porque le permitirá a Trump acceder a lo que realmente quiere (posicionarse para el inicio de su campaña presidencial) sino porque abrirá la puerta a que México cambie las premisas de la discusión.

México debe solicitar ayuda internacional a Estados Unidos para el desarrollo.

AMLO tiene mucha razón cuando dice que la mejor forma de limitar la migración es desarrollar las economías domésticas. México debe jugar esa carta y buscar que Estados Unidos ayude al desarrollo de empleos en las comunidades de origen. Un acuerdo para ayuda internacional que substituya la Iniciativa Mérida por una iniciativa en favor del desarrollo sería un buen paso, y algo que México debe intentar negociar.

Ahora bien, si todo lo anterior falla, México debe tranquilamente permitir que se impongan los aranceles. Suena contraproducente, pero no lo es. Un arancel del 5% ya ha sido descontado por los mercados por medio de ajustes en el tipo cambiario. Un arancel más grande afectaría la economía mexicana, pero también, y mucho, la economía de Estados Unidos.

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Se estima que un arancel del 5% ocasionaría la pérdida de 400,000 empleos en Estados Unidos, de los cuales 140,000 se concentrarían en ventas al por menor y 60,000 más en manufactura. Esto se debe a que México exporta casi 65,000 millones de dólares anuales en vehículos, automotores y cómputo a Estados Unidos, lo que hace que la economía de ambos países esté interconectada.

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De hecho, se espera que el arancel del 5% aumente la inflación de Estados Unidos en tres puntos base, principalmente porque el precio de muchos bienes agrícolas se incrementaría notoriamente, entre ellos el tomate, los aguacates, las bayas y las nueces pecanas. Los impactos de un arancel mayor muchísimo más agudos.

Claro que el impacto sería muy duro para la economía mexicana. Aun así, valdría la pena. El arancel nos permitiría rápidamente encontrar aliados dentro en Estados Unidos para luchar contra Trump. El Congreso Republicano de Estados Unidos ya está discutiendo forma de impedir que Trump implemente las tarifas. Muchas cámaras de comercio de Estados Unidos ya se han pronunciado en contra. Algunos estados, como Texas y California, estarán motivados a movilizarse porque se verán particularmente afectados.

La realidad es que Estados Unidos no puede aguantar una lucha comercial de tres frentes: China, India y México. Los efectos de una guerra comercial amplia son tales que la Fed ya está pensando bajar las tasas.

Aún más, México podría alimentar aún más a los grupos opositores internos si implementara aranceles a bienes agrícolas americanos. Se debe considerar el imponer aranceles carrusel. Esto es, imponer sanciones a un grupo selecto de productos agrícolas estadounidenses que tienen fuertes grupos de cabildeo en Estados Unidos. Las sanciones se llaman carrusel porque se rotan entre productos, de forma que se genere incertidumbre y se les afecte más.

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México debe convertirse en un jugador estratégico que no tema infringirse daño propio si con ello se le infringe un daño a un gigante. No debemos olvidar que el gigante también tiene mucho que perder, y que dentro de ese gran gigante, que se llama Estados Unidos, hay muchos pequeños grandes aliados de México.