En la década de 1950, bajo la administración del presidente Adolfo Ruiz Cortines, Ferrocarriles Nacionales de México introdujo el Águila Azteca, un tren de lujo diseñado para competir con los mejores del mundo en el ámbito ferroviario.
Así era el Águila Azteca, el tren que competía con los más lujosos del mundo
Anunciado por el gerente Roberto Amorós Guiot, este servicio conectaba a la Ciudad de México con Nuevo Laredo, pasando por Querétaro, San Miguel de Allende, San Luis Potosí y Monterrey, antes de cruzar la frontera norte hacia San Antonio, Texas, y terminar en San Luis, Misuri.
Con una inversión de aproximadamente 21.6 millones de pesos para adquirir 36 coches de última generación en Europa, el gobierno buscó equipar a México con tecnología ferroviaria de vanguardia. Estos trenes fueron diseñados para ofrecer comodidades comparables a los servicios más destacados internacionalmente, como los trenes de Havre y París en Francia, el Expreso Azul del Mediterráneo, y los famosos City of Los Ángeles, Broadway Limited y Twenty Century Limited en Estados Unidos.
El Águila Azteca consistía en una composición lujosa que incluía coches de primera clase con asientos reclinables y climatización, dormitorios equipados con baños privados y alcobas comunicables, un elegante coche-comedor gestionado por un chef destacado, y un innovador coche bar-observatorio que ofrecía vistas panorámicas y una selección de bebidas atendida por personal especializado.
El tren partía de la estación de Buenavista en la Ciudad de México a las 8:20 horas, llegando a Nuevo Laredo aproximadamente 24 horas después, con un regreso programado a las 18:00 horas, alcanzando la capital mexicana al día siguiente por la noche. Este servicio no solo buscaba mejorar el transporte nacional e internacional, sino también inspirar futuros desarrollos en el sistema ferroviario mexicano, como el Servicio Estrella de los Ferrocarriles Nacionales, establecido décadas después en 1987.