La parálisis no solo lo había postrado por años en una silla de ruedas, sino que le causó una sordera que lo obliga a comunicarse con lenguaje de señas. Aun así, su sonrisa triunfal, los brazos en alto y el sonido expansivo de su voz expresan rotunda felicidad.
"Veo que a sus pies les da más fuerza y veo mejoría en el caminar. Está ahí dando sus primeros pasos, eso es una alegría para él, está muy contento", dice Guadalupe Cardoso, su madre, sobre los progresos de David usando el exoesqueleto.
Esta es su tercera sesión de terapia de "rehabilitación neuro-robótica" con el dispositivo que le permite pararse y caminar sin necesidad de un andador o del brazo de sus padres.
"Primero le daba como miedo y estaban las manos muy tensas y ahorita veo que agarró el plumón y empezó a dibujar o [jugar con] la pelota", describe Cardoso, de 41 años, con inocultable alegría.
Mientras la mamá acompaña muy de cerca los ejercicios de David, su padre Sergio Zavala registra cada nuevo logro con la cámara de su teléfono.
El agotador trayecto de casi dos horas desde su casa en la popular alcaldía Tláhuac, en el sur de Ciudad de México, hasta su terapia en el céntrico barrio Doctores queda totalmente justificado, asegura Cardoso.
Mejoría en "tiempo récord"
El exoesqueleto pediátrico Atlas 2030, que le valió a su creadora la española Elena García Armada el premio Inventor Europeo de 2022, se emplea en México desde hace apenas dos semanas gracias a la gestión de la Asociación Pro Personas con Parálisis Cerebral (APAC), organización privada fundada en 1970.
Es el tercer país después de España y Francia en ofrecer tratamiento con este desarrollo, valuado en unos 250.000 dólares, con el que en una primera etapa esperan atender a unos 200 niños afectados por la enfermedad.