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Diseñadora revive en miniatura paisajes de México en el olvido

Elisa Helguera, conocida como DRASH, es una diseñadora industrial cuyo pasatiempo durante los meses de pandemia por COVID-19 se viralizó en redes sociales.
dom 30 agosto 2020 11:59 PM
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Elisa Helguera recrea paisajes que nos pasan desapercibidos continuamente.

Una barda anuncia un concierto de Los Cadetes de Linares, dueto que cantaba “no te preocupes por mí, aquí todo sigue igual, como cuando estabas tú”; a un lado está el escudo del partido que gobernó a México por 71 años ininterrumpidos y después, en 2012, regresó.

Esta barda con la altura de una lata es una de las piezas más polémicas de Elisa Helguera, conocida como DRASH, una diseñadora industrial de 29 años quien vive en Guadalajara y cuyo pasatiempo durante los meses de pandemia por COVID-19 se viralizó en redes sociales.

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“No es ni bueno ni malo, simplemente no es algo que podamos ocultar. Ocultar más de 60 años de nuestra historia política no nos lleva a nada más que a olvidar un pasado que sí existió y que tenemos que tomar para caminar adelante”, dice en entrevista con Expansión Política.

Muros, bodegas y casas abandonadas comenzaron a compartirse en Twitter y Facebook e incluso se convirtió en un meme pero no se conocía a la persona detrás hasta que Elisa reclamó la autoría.

“El apoyo de la gente ha sido impresionante, eso me deja muy buen sabor de boca”, comenta.

Su primer diorama retrató la chocolatería en la que labora y cada uno de los espacios que ha representado en miniatura son escenarios en el camino de su casa al trabajo.

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Las ventanas rotas, letreros que advierten “ni se alquila ni se vende”, telarañas y cables sueltos, medidores y basura son algunos de los detalles que hacen que sus escenarios cobren realismo ante el paisaje cotidiano de varias ciudades en México.

“Son casas que sí existen en mi ciudad y que están en el camino de mi casa a mi trabajo”, cuenta.

“No tanto lo planeé sino lo descubrí, es como una expresión de los lugares que a mí personalmente me llaman la atención, lugares que se abandonaron que van tomando forma y color por sí mismos”, explica Elisa.

Mientras algunos se sienten identificados con el retrato de ese país imperfecto, donde un grupo norteño convive con propaganda política y de los ladrillos carcomidos por el tiempo nacen plantas de una casa abandonada, otras personas han criticado esa representación.

Uno de los comentarios que Elisa recuerda fue “esta es una de las razones por las cuales no quiero volver a México”.

“Negamos algo que somos, para bien o para mal lo somos. Uno sale de la casa, toma su camino y es lo que se ve en la calle. Es una realidad, un contexto en el que estamos y no lo podemos negar.

“De hecho si lo hacemos público, si lo hacemos notar, podemos sacar cierta riqueza; no la riqueza que se nos plantea siempre sino encontrar detalles para la introspección, personales”, considera la joven.

(Obligatorio)
PRI y Cadetes de Linares, estampas de México.

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La inspiración la encontró a partir del trabajo del artista urbano Joshua Smith, quien elabora miniaturas como un edificio deteriorado en Hong Kong, un restaurante de sushi abandonado en Melbourne y una salida de emergencia en Nueva York.

Elisa afirma que si bien no descarta hacer en el futuro dioramas de otras ciudades o países, pero sí tiene que formar parte de su contexto. Para la diseñadora parte fundamental de su proceso es visitar el sitio real, observar y tomar imágenes del sitio que podrían escapar de sólo revisar Street View.

Además se ayuda de herramientas como Google Earth para conocer el cambio de los espacios en el tiempo.

Sobre vender su obra, Elisa lo ha descartado desde el inicio. Cada uno de los dioramas le toma alrededor de un mes para su elaboración, desde elegir y analizar el lugar hasta poner los últimos detalles como bolsas de plástico y tierra en la banqueta.

“Si lo empiezo a hacer por dinero es caer en el mismo juego de la presión social, del estrés, de la ansiedad, de saber cuánto cuesta, a quién sí se lo vendo, a quién no y por qué, porque es barato o caro. ¿Cómo le pongo valor a algo que hice por gusto?” se cuestiona.

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El realismo en los detalles de Elisa Helguera hacen pensar que se trata de fotografías.

Aunque aún no define hacia dónde irá su trabajo y quiere continuar sólo por el gusto de hacerlo. Lo que sí tiene claro es el deseo de exponer su trabajo para que las personas puedan verlo no sólo a través de fotografías.

Para Elisa el aprendizaje a partir del inesperado reconocimiento de sus dioramas es disfrutar el camino sin tener algo que demostrar.

“Retomen sus pasatiempos y pierdan el estrés de la presión social y de la presión pública. Encontrarse consigo mismo es lo más valioso que tenemos los individuos, no le debemos nada a nadie más que a nosotros mismos”, asegura.

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