La semana pasada, grupos ubicadsos en derecha y la ultraderecha peruana, incluyendo al partido fujimorista Fuerza Popular, promovieron una moción para destituir a Pedro Castillo, la cual se quedó a seis votos de ser admitida.
Al respecto, López Obrador cuestionó que baste el 20% de los votos del Congreso para aceptar la solicitud y 40% para destituir a un presidente en Perú. Esta moción ha sido la quinta presentada en el Parlamento peruano en los últimos cuatro años, lo que impidió culminar sus mandatos a los expresidentes Pedro Pablo Kuczynski (2016-2018) y Martín Vizcarra (2018-2020).
En su joven gobierno, Castillo ha tenido varias dificultades, a penas a dos meses después de haber asumido el gobierno, anunció la renuncia de su primer ministro y todo su gabinete ministerial.
En ese contexto, México emprendió acciones de apoyo, pese a que en otras ocasiones ha sostenido que la política exterior del país se basa en la “no intervención y determinación de los pueblos”. En esta ocasión, el Ejecutivo comentó que tienen que defender la cooperación para los pueblos y defender derechos humanos, por eso cuando el presidente Castillo le llamó, lo decidieron apoyar.
“Desde que llega empieza a enfrentar actos de resistencia a su gobierno, de oposición a su gobierno, no tengo todos los elementos, pero sí creo que está padeciendo de una guerra sucia mediática porque aunque no tengo la información esto es lo que aplica el conservadurismo”, sostuvo López Obrador.
Ven intromisión
Por su parte, el presidente de la Comisión de Relaciones Exteriores del Congreso de Perú, Ernesto Bustamante, envió un oficio con carácter de urgente al canciller Óscar Maúrtua de Romaña para que explique "la veracidad y pertinencia" de las declaraciones de López Obrador, quien desde su conferencia mañanera del lunes reveló detalles del viaje oficial que encabezó Ramírez de la O.
Asimismo, el congresista advirtió que las actividades descritas por el mandatario mexicano constituirían "una clara intromisión" en los asuntos internos de Perú.
Esta no es la primera vez que el gobierno mexicano se involucra en asuntos internos de otros países latinoamericanos. En noviembre del 2019, un avión de la Fuerza Aérea Mexicana sacó a Evo Morales, expresidente de Bolivia, desde su país y lo trajo a México, donde recibió asilo político.