La imagen fue parecida a la fotografía de Iwo Jima. Esa que es tan afamada. Dramática, casi heroica. La pequeña gran diferencia, es que no se trataba de un grupo de infantes de marina, agotados, quizá heridos, alzando la bandera de su patria en tierra enemiga, sino de un grupo de ciudadanos, desesperados, evitando que la lluvia y el viento echaran para abajo un inflable con la figura de López Obrador. Por un momento, parecía que Tláloc iba a lograr lo que, en un año, la oposición no ha podido: arruinarle el día, el festejo, al Presidente de la República.
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Pero la lluvia, casi de forma milagrosa, cesó. Y ni las críticas de la oposición, ni el estancamiento económico, ni la crisis migratoria, ni la violencia que aún prevalece en el país, ni los despidos de funcionarios, ni los errores de gobierno, mucho menos los cuestionados proyectos gubernamentales —como la cancelación del aeropuerto en Texcoco y la construcción de una nueva refinería— han hecho mella en el apoyo al originario de Macuspana. Sí con acarreados, sí con los Siervos de la Nación vigilando a sus bases electorales, pero el Zócalo se llenó. Y estuvo lleno de emociones y de porras al mandatario: “Es un honor con Obrador”, se escuchó la consigna toda la tarde, a veces de forma espontánea, a veces azuzada por los dichos del propio presidente.
Ahí, en el corazón de México, estuvieron todos: desde personas pobres, con huaraches y las manos curtidas por el sol, hasta los empresarios más importantes del país, trajeados, quienes alguna vez fueron acérrimos enemigos del exjefe de gobierno capitalino, y ahora, de forma institucional acudieron al evento. Pero la gente no olvida. Y aunque ya esté fuera del discurso oficial, aún tienen bastante presente el concepto de "la mafia del poder". Gerardo Fernández Noroña, quien casi como rockstar era casi era asfixiado por simpatizantes al movimiento que no dejaban de rodearlo y pedirle fotos. Emilio Azcárraga, por otra parte, fue acribillado con abucheos llenos de ira: “¡Fuera Televisa! ¡Fuera Televisa”. Poco faltó para que lo agredieran físicamente.
Octavio Romero Oropeza llegó acompañado por hombres trajeados y un par de guaruras: nadie, salvo una joven con chaleco de Morena, lo reconoció. Carlos Slim, el empresario más rico del país, por el contrario, recibió un tsunami de elogios, apapachos y peticiones de selfies: con pocas palabras, el magnate sostuvo que México necesita, de forma prioritaria, mayor seguridad, mayor empleo.
Bailes, críticas al PRIAN, botargas y disfraces, incluso protestas, fue lo que caracterizó el festejo por el primer aniversario de la victoria de Andrés Manuel López Obrador. “Estamos aquí con el presidente, lo seguimos apoyando, pero que no se le olvide que nos prometió que se nos iban a perdonar los pagos a la CFE porque nos han estado robando durante años. Si no cumple será lo mismo que los anteriores”, advirtió Cristobal Mota, señor originario de Chimalhuacán y quien pertenece la Coordinadora Nacional de Usuarios en Resistencia (CONUR).
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Doña María Garrido no soporta estar parada: pasa que tiene mal la pierna, cinco minutos sin estar en reposo y la parte que va de la rodilla izquierda para abajo ya no da para más. Pero no importa el dolor, todo sea por ver a su presidente. Por fin ganó, después tantos años, el político por el que votó. Después de todo, ella ha estado con él desde el desafuero, luego en las marchas contra Felipe Calderón, en el plantón de Reforma, después contra Peña, finalmente en las elecciones donde, hace 12 meses, López Obrador venció con 30 millones de votos a sus contrincantes.
“Yo sigo feliz por haberlo apoyado, yo lo que veo es que hay mucha guerra sucia todavía contra él. Son los de siempre. Ya sabemos quiénes son”, advirtió.
Pero no todos acudieron al evento con la misma convicción que doña María. Gran parte del Zócalo fue llenado mediante el acarreo característico de los gobiernos priistas. Autobuses, provenientes de distintas partes del país, en doble fila en Tlalpan, Izazaga y otras vialidades: todos llenos de personas con banderas y playeras de Morena. Tortas y refrescos; pagos de hasta 200 pesos y otras estrategias fueron utilizadas para que las fotografías demostraran que López Obrador aún no resiente el desgaste de poder.
Margarita "La Diosa de la Cumbia" los puso a todos a bailar, pero los Siervos de la Nación, aquellos encargados de levantar el censo del bienestar, se encargaron de pasar lista a las bases obradoristas, de acarrearlos, de colocarlos en la plancha en el Zócalo y de incluso pedirles sus datos para corroborar su asistencia. El mariachi de la Secretaría de la Defensa Nacional, encargado de abrir el evento, hizo que muchos cantaran canciones clásicas mexicanas, al igual que la banda infantil de Tlaxiaco, el mismo pueblo de Yalitza Aparicio; pero los asientos para los invitados especiales, frente al templete, lucieron vacíos. Salvo Alfredo del Mazo, Alejandro Murat y Alejandro Echevarría, los gobernadores de oposición brillaron por su ausencia, lo mismo que los senadores morenistas, que se encontraban en sesión al mismo tiempo que el evento de AMLO. No todo fue perfecto.
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Lleno de contrastes, el festejo por el primer aniversario de la victoria electoral de Andrés Manuel sirvió, ante todo, para demostrar que el presidente, pese a todos los errores, pese a todas las críticas, pese a todos los aciertos, pese al acarreo, pese a la lluvia, pese a las porras, está convencido de que la denominada "Cuarta Transformación" llegó para quedarse.
“Este proceso no tiene retorno. Ni un paso atrás. Nada de titubeos o medias tintas. Una cosa es actuar con prudencia, evitar la confrontación y garantizar las libertades, que son sagradas, y otra cosa muy distinta es la indefinición”, aseveró.
“Nosotros somos auténticos, pacifistas y transformadores al mismo tiempo. En la defensa de las causas de la honestidad, la justicia y la democracia no somos moderados, somos radicales”. afirmó.
El señor Arturo González, originario de Cárdenas, Tabasco, fue tajante: “ Es mi paisano y estamos con él, pero si demuestra ser igual que los anteriores, como este señor Peña, no sé qué va a pasar, ya es mucha decepción”.