Megaproyectos ponen en "fuego cruzado" a la Selva Maya; piden frenar devastación
De acuerdo con Greenpace tan solo en los últimos cinco años fueron deforestadas casi 300,000 hectáreas, más de lo que se perdió a lo largo de 20 años previos.
Vista aérea de las granjas industriales de cerdos de la empresa Keken que amenazan el Anillo de los Cenotes con la contaminación del agua con residuos industriales el 15 de julio de 2022 en Opichen, México.(Foto: Héctor Vivas/Getty Images)
La agroindustria, las mega granjas porcícolas, la expansión inmobiliaria, los proyectos turísticos y el propio Tren Maya, obra emblema del gobierno del expresidente Andrés Manuel López Obrador y continuada por la presidenta Claudia Sheinbaum con la construcción de un tren de carga, colocan a la Selva Maya bajo "fuego cruzado".
"Literalmente la Selva arde bajo el fuego cruzado de múltiples industrias que la están contaminando y devastando a un ritmo del cual no podrá recuperarse", afirmó Carlos Samayoa, coordinador de la campaña México al grito de ¡Selva! de Greenpeace en entrevista para Expansión Política.
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La Selva Maya es el pulmón más importante de México y el segundo más grande de América, y hoy está bajo la presión de la industria inmobiliaria, hotelera, ferroviaria y otras que solo ven en la Selva la posibilidad de extraer recursos en beneficio propio.
Carlos Samayoa, Greenpeace México.
La Selva Maya atraviesa una de sus etapas más críticas, pues lo que alguna vez fue un territorio continuo de vida, agua y cultura, hoy está fragmentado por la expansión urbana, las granjas porcícolas y el trazo del Tren Maya, megaproyecto que para las comunidades y organizaciones ambientalistas simboliza la herida más profunda en un ecosistema ya debilitado, denunciaron activistas como el buzo y ambientalista José Urbina, conocido como “Pepe Tiburón” y Pedro Uc Be, poeta y defensor maya.
El pasado 23 de septiembre, el grito de auxilio de la Selva Maya se elevó hasta las alturas. A 70 metros de la Estela de Luz, en la Ciudad de México, nueve activistas treparon con cuerdas y arneses para desplegar una manta gigante con un mensaje imposible de ignorar: “La Selva Maya Grita. Semarnat, ¡Sálvala!”.
Esta acción se convirtió en un acto simbólico de resistencia y en un recordatorio de que la Selva Maya sigue siendo devastada.
Con un mensaje desde las alturas en la Estela de Luz, Greenpeace exigió a la Semarnat, la protección integral de la Selva Maya. (Foto: RODRIGO OROPEZA/AFP)
En los últimos cinco años, de acuerdo con Greenpeace, se deforestaron más de 300,000 hectáreas en la península de Yucatán y solo en la construcción del tramo cinco del Tren Maya se talaron más de 10 millones de árboles.
El propio gobierno reconoció hace unos meses la incrustación de 15,000 pilares de gran escala en el suelo kárstico de la zona, lo cual está ocasionando contaminación al acuífero del que dependen especies animales y poblaciones de la Península.
Durante años, ambientalistas entregaron información, propuestas y pidieron un diálogo con las autoridades, sin recibir respuesta, por lo que su llamado a detener la devastación de la selva recobró fuerza en la actual administración encabezada por Claudia Sheinbaum, quien ya presentó una estrategia.
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Un respiro: el gobierno parece escuchar, pero no es suficiente
Unos días antes de la protesta en la Estela de la Luz, la presidenta anunció la creación del Corredor Biocultural de la Gran Selva Maya, junto con Belice y Guatemala, un proyecto que busca proteger 5.7 millones de hectáreas del corazón de Mesoamérica.
Si bien esta medida busca la conservación e integridad ecológica para beneficiar alrededor de 7,000 especies, 200 en categoría de riesgo, 50 prioritarias y 250 endémicas, algunos ambientalistas consideraron que esta medida es insuficiente, pues solo contempla el cuidado de 12 áreas ya declaradas como Áreas Naturales Protegidas.
Los ambientalistas y activistas celebraron que por primera vez se logró abrir un canal de diálogo con autoridades ambientales en una mesa de trabajo, lo que de acuerdo con Aleira Lara Galicia, directora ejecutiva de Greenpeace México, "es un gesto que abre una ventana de esperanza".
“Recibimos como una buena señal la invitación al diálogo y acudimos al encuentro enfatizando que llevamos la voz no únicamente de nuestra organización sino la de miles de mexicanas y mexicanos preocupados por la Selva, de especialistas que han advertido sobre los impactos que está sufriendo este ecosistema fundamental para la vida, y de las comunidades locales cuyo entorno cultural, social y ambiental está siendo trastocado”, dijo.
Parte de los acuerdos alcanzados en dicho encuentro fue la instalación de mesas técnicas para abordar la problemática, con la esperanza de llegar a un gran acuerdo que blinde a la selva de los peligros de devastación en los próximos años, pues el planteamiento claro es: suspender nuevas autorizaciones de impacto ambiental hasta que exista un ordenamiento territorial que priorice el equilibrio ecológico por encima del extractivismo.
Si bien ambientalistas vieron con buenos ojos el primer acercamiento con autoridades, organizaciones y comunidades, activistas como Pedro Uc, mantienen cautela.
“No basta con que nos reciban, el problema no es que el gobierno no sepa cuáles son los daños, sino que eso es lo que quiere hacer. Lo triste es que tengamos que mendigar un derecho fundamental: proteger nuestro territorio”, dijo.
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“El Tren Maya es un caballo de Troya”
Desde el inicio de la construcción del Tren Maya en 2018, los defensores de la selva advirtieron lo que vendría: extracción de recursos naturales, deforestación, contaminación y desplazamientos. Problemas que, en sus palabras, se han agravado año con año.
“Sabíamos que en cuanto talaran el primer árbol, construyeran caminos o contaminaran el acuífero, se desencadenaría un proceso de destrucción. Hoy, con el tren ilegal y ecocida dentro de la selva, lo que vemos es una devastación estimulada: invasiones, proyectos inmobiliarios que se anuncian sin pudor en redes sociales bajo el lema de ‘ven a vivir en la selva’, aunque eso implique talar, ahuyentar fauna a golpes y tratar un cenote como si fuera una alberca”, comentó Pepe Tiburón, quien también es integrante del colectivo Sélvame del Tren.
El Tren Maya atraviesa la Selva Maya, uno de los ecosistemas más biodiversos del planeta y hogar del jaguar. Ambientalistas han denunciado que esta obra lejos de traer bienestar, ragmenta hábitats, desplaza comunidades y amenaza especies en peligro de extinción.(Foto: RODRIGO OROPEZA/AFP)
Pedro Uc Be, defensor maya del derecho a la tierra y miembro de la Asamblea de Defensores del Territorio Maya Múuch’ Xíinbal, reprochó además que este megaproyecto ha significado justo lo contrario a la promesa oficial de desarrollo.
“Con su entrada se destruyen cenotes, se arrasa con la selva, se desampara a los animales y se genera un impacto negativo en la naturaleza. El gobierno dice que hace el bien, pero como canta Arjona, aquí no es bueno el que ayuda, sino el que no jode”, señaló.
El panorama, lamentó el defensor, es crítico. “Hemos encontrado selvas devastadas, cenotes destruidos, pueblos inseguros, desapariciones forzadas, mujeres violentadas, desempleo y desplazamiento. Eso es lo que tenemos hoy”, dijo.
La construcción del Tren Maya inició en diciembre de 2018 y fue inaugurado en su totalidad en diciembre de 2024. Para abril de 2025, la presidenta Claudia Sheinbaum puso en marcha la construcción de infraestructura de carga del tren con el objetivo de transportar mercancías y fortalecer el desarrollo del sureste.
El megaproyecto recorre 1,554 kilómetros en Tabasco, Campeche, Chiapas, Yucatán y Quintana Roo. Incluye seis hoteles ya en operación y se prevé que para 2028 cuente con un sistema de carga integrado por 10 complejos y cinco terminales intermodales.
Pedro Uc calificó así que el Tren Maya es un “caballo de Troya”, que disfrazado de una obra que supuestamente traería bienestar y beneficios a las comunidades mayas, en realidad atrajo devastación y afectaciones socioambientales.
“Ellos dijeron que todas las comunidades de la península de Yucatán iban a ser beneficiadas por el tren con mejor salud, mejor vivienda, mejores empleos, mejores escuelas. ¿Dónde está eso? Que me muestren una sola comunidad, no quiero muchas, solo una, que haya mejorado su vida al 100% desde 2018”, reprochó.
Para el poeta la devastación tiene un trasfondo político y económico que trasciende al propio Tren Maya.
Pedro Uc recordó además que, pese a los amparos interpuestos por las comunidades contra el Tren Maya, el gobierno de López Obrador blindó los megaproyectos declarándolos de seguridad nacional.
“Con gobiernos anteriores ganamos algunos casos. Con este no hubo manera de defender ni una hectárea. Todo lo destruyeron contra nuestra voluntad”, explicó.
Destrucción irreversible
Pepe Tiburón, quien había explorado los cenotes y cuevas sumergidas que conectan la selva con el mar, advirtió que la destrucción de la selva es irreversible.
“Esto nunca fue en contra de un tren, fue contra construirlo en medio de la selva, estimulando su destrucción”, coincidió.
Para Pepe, al igual que para Pedro Uc, la narrativa del progreso económico ha sido una máscara.“La finalidad del tren nunca fue ser un servicio para el pueblo. Lo que querían era el beneficio económico de infectar a la selva con lo que ellos definían como progreso, pero que solo era progreso para sus cuentas bancarias, no para el pueblo”, dijo.
"No hay comunidad maya beneficiada, no hay absolutamente nada de lo que plantea la demagogia que sea verdad. Los únicos beneficiarios de este proyecto son los que lo imponen.
Pepe Tiburón.
El activista insistió en que el Tren Maya no se traduce en un beneficio real para la población y que lo único en que sí se ha logrado traducir es en destrucción y extracción de recursos como madera, aceite de palma y sascab, entre otros.
De acuerdo con datos de CartoCrítica, en la península de Yucatán hay al menos 9,978 hectáreas utilizadas como sascaberas. Esto representa 1,000 de hectáreas de selva perdida, y una constante fuente de contaminación ambiental y deterioro social.(Foto: Greenpeace México)
Ante este panorama, los activistas insistieron en que se debe llegar a un acuerdo real que garantice la protección política y jurídica de la Selva Maya, en el que las voces de las comunidades mayas realmente tengan voz.
“Lo que hoy existe no puede estar en riesgo de desaparecer mañana o en 10 años”, advirtió Pepe Tiburón.
La península de Yucatán debería ser tratada como la joya que es. Cada decisión debe partir del respeto al medio ambiente, de lo contrario todo progreso será un fraude que pagaremos muy caro
Pepe Tiburón, activista y ambientalista.
Desde la mirada de los pueblos originarios, Pedro Uc sostuvo que la resistencia seguirá pese a los riesgos que esto representa, pues para ellos, la selva es territorio, identidad y espiritualidad y su destrucción amenaza no solo a la biodiversidad, sino a modos de vida ancestrales.
“Enfrentamos un poder enorme, incluso militar, pero vamos a seguir defendiendo nuestra identidad, nuestra cultura y nuestra tierra. No tenemos otra opción”, dijo.
Representantes de Greenpeace subrayan que lejos de ser un problema local, la devastación de la Selva Maya debe constituir un asunto de seguridad ambiental global.
“Aquí está la mayor recarga de agua dulce de México, aquí está un corredor biológico fundamental para especies amenazadas como el jaguar. La Selva Maya no es solo de quienes habitan en la península, es de toda la humanidad”, expreso Samayoa.
Mientras se abre la posibilidad de un gran acuerdo para proteger la selva, las comunidades y activistas siguen en pie, recordándonos que el tiempo para salvarla no es mañana sino ahora.