“Se trata de justicia que rehabilita. La cárcel no puede ser un depósito de descartados; debe ser un puente de regreso a la comunidad”, indicó.
La iglesia retomó las palabras del Papa Francisco, quien, al abrir la Puerta Santa en la cárcel de Rebibbia, destacó que la misericordia debe alcanzar también a los privados de libertad, pues ese gesto subraya la importancia de la esperanza y la reintegración.
La institución recordó que en México más de 236,000 personas están privadas de la libertad y “muchos aún no tienen sentencia”.
“La sobrepoblación y la falta de procesos ágiles agravan la situación, dificultando la reinserción de los internos. La iglesia propone que la justicia se enfoque en la rehabilitación y no solo en el castigo”, añadió.
Para mejorar la reintegración, añade, se requieren programas de educación, salud mental, empleo y apoyo al salir de la cárcel.
Aseveró que este tipo de medidas demuestran que se reduce la reincidencia y ofrece una segunda oportunidad a quienes cumplen sus condenas.
“La comunidad tiene la responsabilidad insustituible de acompañar. La visita, la escucha, el estudio, el trabajo dentro y fuera del penal, la atención a la salud mental y las redes de apoyo postpenal son también política de paz”, abundó.
En este sentido, presentó una serie de “medidas probadas que bajan reincidencia y devuelven el horizonte a las personas y sus familias”:
1 Defensoría y debido proceso desde el día uno y con ello reducir el embudo de personas sin sentencia.
2 Educación y certificación laboral intramuros con equivalencias reales en el mercado.
3 Salud mental y adicciones con continuidad extra muros.
4 Empleabilidad: incentivos a empresas que contraten egresados y programas de “segunda oportunidad” con mentoría.