Con la rutina trastocada, los menores plasman sus pasatiempos en el papel. Lo hacen en uno de los Espacios Amigables que Unicef habilitó para brindarles atención emocional, médica y nutricional.
Elías, un niño de 12 años, participa en esta actividad. Con playera gris de grecas estampadas, cabello negro y pestañas tan largas que rozan sus cejas, ríe a carcajadas en un video difundido por Unicef. “Ya me despejé un poquito de andar limpiando ahí en la casa”, declara.
Los estragos de Otis, el ciclón tropical más intenso de la historia de México, representan un riesgo especial para los menores: durante la emergencia pueden sufrir carencias de alimentación, enfermedades infecciosas y abusos, además de afectaciones psicoemocionales, sobre todo aquellos que perdieron familiares o amigos, advierte Unicef.
El Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia ha colaborado con las autoridades en la atención de la niñez damnificada. Sin embargo, a un mes del impacto del huracán, todavía no hay una estrategia gubernamental centrada en las niñas, niños y adolescentes.
Rehabilitación de escuelas queda de lado
Acapulco de Juárez y Coyuca de Benítez son los municipios de Guerrero con más daños por Otis. Alrededor de 280,000 personas de 0 a 19 años residían ahí en 2020. Entonces representaban el 33 y 36%, respectivamente, de la población total de cada ayuntamiento. Las cifras provienen del censo poblacional del Inegi. No obstante, Unicef estimó que 296,000 niñas, niños y adolescentes posiblemente resultaron afectados.