“Es muy duro porque tengo que solventar los gastos de la casa y además los gastos de las búsquedas que representan un fuerte gasto en gasolina, comida, agua para el calor y en el trabajo a veces no te dan permiso, como padre y cabeza del hogar tengo que solventar todo eso. Sí se nos dificulta mucho”, contó a EFE.
En las vísperas del Día del Padre, Quiñones, junto a su esposa y dos hijas, tuvo que ir a una jornada de recolección de muestras de ADN que organizó la Comisión Nacional de Búsqueda de Personas Desaparecidas, con la esperanza de encontrar a su hijo Kevin.
Esto para comparar la muestra genética con los restos de cadáveres que yacen en morgues o fosas comunes del país.
Este domingo, Quiñones no se levantó a disfrutar de su día, tuvo que madrugar para viajar 150 kilómetros a Guaymas para seguir con la búsqueda de Kevin en el desierto de Sonora.
Después, cansado y asoleado, regresará a Hermosillo para trabajar y mantener a su familia.
“Eso es todos los domingos, ir, buscar, llegar y trabajar, así son todos, no puedo ir y descansar, me tengo que ir bien temprano”, narró.
Señaló que su rutina consta de levantarse a las 04:00 hora local para salir una hora posterior y llegar a Guaymas temprano, donde continúa su búsqueda. Luego regresa para seguir con su trabajo, lo cual aseguró es “cansadísimo”.
Fue un 8 de marzo de 2020, cuando Israel Quiñones recibió la terrible noticia de que su hijo, junto a un grupo de amigos, fueron levantados por hombres armados.
Supuestamente, los jóvenes fueron confundidos con rivales del crimen organizado, en el Valle de Guaymas, una de las zonas de mayor actividad del grupo delictivo “La Plaza” de Rafael Caro Quintero, el llamado narco de narcos.