Que entre los adversarios no esté nuevamente el nombre de uno de los hombres más populares de México, le da confianza a Ebrard de poder ganar la contienda interna de Morena y que su nombre sea el anunciado el próximo 6 de septiembre.
Esta vez Ebrard no vistió traje y corbata, ahora lucía una imagen con una caricatura de Marcelo y una frase similar al “Sonríe, ya ganamos” que utilizó Andrés Manuel López Obrador en 2018.
Antes de llegar a su conferencia, con la que arrancaron sus trabajos rumbo a ganar la candidatura, Ebrard recorrió el trayecto entre Palacio Nacional y República de Uruguay a pie. Decenas de simpatizantes flanquearon su camino y en todo momento le lanzaron porras. ¡Presidente, presidente¡ y ¡es un honor estar con el mejor! fueron las porras lanzadas a Ebrard y a la botarga del “carnal”, como se le conoce a Marcelo Ebrard.
Casi a las 14:00 horas Ebrard llegó al mismo sitio donde el lunes previo se acordaron los detalles del proceso interno con el que Morena elegirá a su abanderado. El encuentro de esa noche fue encabezado por el presidente López Obrador y ahí se definieron una a una las reglas: una encuesta con cuatro ejercicios espejo, renuncias al cargo, no debates, no cargadas y sí austeridad y respetar los principios de no mentir, no robar y no traicionar.
Arropado por su equipo de campaña, Ebrard tomó el micrófono para leer la carta de renuncia que presentó al presidente y en la que detalló el estado que guardan las relaciones internacionales y qué avances logró como canciller.
“No hay Plan B”, sentenció Ebrard sobre su proceso y manifestó su confianza de volver a Palacio Nacional, para lo cual incluso ya piensa en su equipo: Claudia Sheinbaum como secretaria de Gobernación.
Este lunes Ebrard entró como canciller a Palacio Nacional, pero salió como aspirante a la candidatura presidencial.