En esta misma situación hay centenares de migrantes que a diario llegan a El Paso, Texas, quienes deben desplazarse a sitios como Florida, Nueva York, Washington, entre otros.
Una migrante hondureña que decidió no revelar su nombre, viajó acompañada de su esposo, y tres hijas, una de ellas menor de edad, al momento de salir de la estación migratoria, solo lo hizo con su pequeña de ocho años.
Refiere que lo más difícil de su situación es viajar con sus hijas, las cuales están expuestas a abusos y una pequeña que en el transcurso de su viaje hacia Estados Unidos, se enfermó de las vías respiratorias.
“No buscamos atención, nosotras buscamos cómo (curarnos); nosotros como adultos resistimos, pero mi pequeña me preocupaba mucho” afirmó.
Dijo que llegar al albergue fue un respiro, ya que ahí está en un sitio seguro donde puede dormir, mientras espera a sus otros familiares con quienes perdió contacto dentro de la estación migratoria.
El oasis en Texas
Martha Ruiz es voluntaria del albergue de la parroquia del Sagrado Corazón de Jesús, cuenta que ante la oleada de migrantes que llegaron a Estados Unidos bajo el Título 42, en diciembre de 2022, el padre Rafael García decidió habilitar una especie de bodega en un terreno contiguo para dar asilo a los migrantes cuando en ese momento había una onda gélida.
Hoy, este mismo albergue, ofrece un techo en el cual los migrantes pueden atajarse el sol aplomo y las temperaturas de hasta 31 grados.
“Recibimos principalmente mujeres con niños, las atendemos de muchas heridas que traen, mientras se comunican con sus familiares u obtienen recursos para tomar un autobús o un tren que los lleve hacia su destino final en Estados Unidos, pero aquí pueden pasar algunos días de manera segura”, afirmó.