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“No puedo sin medicamento”. Pacientes sufren escasez de fármacos de salud mental

El abasto de medicamentos psiquiátricos en hospitales públicos pasó de 98% en 2016 a 64% en 2022, mientras su demanda crece porque la pandemia de covid-19 aumentó los problemas de salud mental.
sáb 18 febrero 2023 11:00 AM
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Tras la pandemia de covid-19, la salud mental se volvió una prioridad.

Hace un mes que Ariadna batalla para conseguir un frasco de Metilfenidato, un medicamento controlado que necesita. Lo ha buscado sin éxito en el Hospital Psiquiátrico Infantil “Dr. Juan N. Navarro” y en el Hospital Psiquiátrico “Fray Bernardino Álvarez”. Ambos hospitales de la Ciudad de México pertenecen a la Secretaría de Salud federal y sus farmacias están subvencionadas, porque atienden a personas sin seguridad social.

Pero no ha podido surtirlo porque hay desabasto. “Tengo una receta que me hizo mi psiquiatra el 2 de febrero y, hasta ahorita, no la he podido cambiar porque no hay el medicamento”, cuenta.

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A ella le preocupa que la escasez no se resuelva pronto porque el medicamento le ayuda “a funcionar socialmente”. Debe tomarlo todos los días, sin embargo, en las farmacias privadas tiene un precio de 2,000 pesos por 30 tabletas.

Además, este tipo de pastillas controladas no se vende si la receta médica fue expedida hace más de un mes, lo que implica pagar por una nueva consulta.

“No se me puede acabar, yo no puedo estar sin ese medicamento porque mi TDAH está muy alterado. Si no lo tomas, no funcionas socialmente, sientes mucho rechazo y caes en un círculo vicioso de ataques de ansiedad, depresión, y es muy complicado salir de ese ciclo”, comparte la joven de 30 años.

Datos recabados por organizaciones de la sociedad civil también dan cuenta del desabasto de medicamentos para la salud mental. Un médico y una psicóloga explican que esta escasez es más grave que en otros años y es consecuencia de, al menos, dos factores: la pandemia de covid-19 que disparó las afectaciones socioemocionales cuando los sistemas sanitarios no están listos para una mayor demanda de servicios de salud mental. En México también es resultado de un modelo de compras de insumos médicos deficiente.

“Los problemas de salud mental pueden ser muy complicados si no tienen el diagnóstico y el tratamiento oportuno”, advierte Gabriela Cámara, psicóloga y presidenta de la organización civil Voz Pro Salud Mental.

Escasez en aumento

En enero de 2016, los medicamentos psiquiátricos registraban un abasto de 98% en las instituciones de salud públicas, según datos del Mapa de Desabasto del Instituto Farmacéutico de México (Inefam). Y para enero de 2022 el abasto de esos fármacos cayó a 64%.

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Andrés Castañeda, coordinador de las causas de salud y bienestar en el colectivo Nosotrxs, detalla que en la plataforma que administra, llamada Cero Desabasto, las quejas por desabasto de medicamentos para salud mental crecieron desde 2021.

El año pasado, incluso, los reportes de escasez de estos fármacos ocuparon el primer lugar, por encima de las quejas de desabasto de medicamentos para cáncer, que solían ser los que más escasez registraban en México. Y durante enero y febrero de 2023 han recibido 67 quejas por falta de medicinas para la salud mental.

La mayoría de los reportes son por falta de tratamientos para depresión, ansiedad, trastorno por déficit de atención e hiperactividad (TDAH), trastorno bipolar y esquizofrenia.

“Esto nos preocupa. Sabemos que, por un lado, sí aumentó la demanda, pero también aumentó el desabasto”, explica.

El problema se agrava porque las farmacias particulares también reportan escasez de algunos medicamentos. Las causas del desabasto son variadas, según el tratamiento. Por ejemplo, expone el médico, el fármaco Vyvanse, utilizado para TDAH, no tiene existencia porque la empresa que lo producía se fusionó con otra y decidieron descontinuar su fabricación. Una alternativa a ese medicamento es el Metilfenidato, el mismo que necesita Ariadna.

“Pero este medicamento ahora también está en desabasto. No sabemos específicamente cuál es la causa, porque de este medicamento sí hay genérico. En ese sentido es nuestra preocupación, que estamos viendo que no está llegando la alternativa a este medicamento”, indica Castañeda.

El desabasto de medicamentos en México, en general, es un problema de años, pero se ha profundizado en este gobierno, pues ha implementado cuatro modelos de adquisición de insumos sanitarios y todos han tenido fallas. Aunque en los últimos meses ha mejorado el abasto, señala el médico, la curva de aprendizaje ha resultado dolorosa para los pacientes y, además, se mantiene la falta de transparencia en las compras públicas.

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Sin una “política farmacéutica nacional”, que se encargue de garantizar medicamentos, de desarrollarlos y producirlos, considera, difícilmente se logrará asegurar el abasto.

“Es frustrante que el Estado no sea capaz de darte el medicamento. Y no estoy diciendo que sea gratis, sino que esté ahí para comprar. A final de cuentas, quienes vivimos toda esa tortura somos nosotros”, lamenta Ariadna.

En busca de clonazepam

Una contradicción. Desde finales de 2022, algunas personas que requieren clonazepam por problemas de salud mental han encontrado obstáculos para adquirirlo en México, mientras 45 adolescentes de 18 estados del país se han intoxicado con este medicamento por seguir un reto de redes sociales.

En noviembre de 2022, Marcela, una joven de 33 años, buscó clonazepam durante tres días continuos en siete farmacias privadas. Se lo recetaron de manera temporal por episodios de ansiedad y batalló para adquirirlo.

Ni siquiera intentó hacerlo en hospitales del gobierno porque recordó todas las veces que sus amigos o familiares no encontraron medicamentos en el sector público. La búsqueda infructuosa le generó preocupación.

“Sentí enojo, ya que fue la primera vez que me enfrenté a una escasez de medicamentos y pensé en lo difícil que debe ser para quienes usan estos medicamentos de manera constante”, narra.

Las autoridades de salud han considerado que existe venta ilegal de clonazepam. Pero desde antes se registra, también, un abasto irregular de fármacos controlados.

En las compras consolidadas de medicamentos más recientes, encabezadas por el Insabi, algunas presentaciones de tratamientos psiquiátricos han quedado fuera. Es decir, no se ha asignado su compra a ningún proveedor y esto lleva a retrasos en la disponibilidad de los insumos.

En la organización Voz Pro Salud Mental, que brinda acompañamiento a pacientes y familias, cada día reciben más quejas por escasez de fármacos, tanto en farmacias públicas como privadas, asegura la psicóloga.

“Llegan a los hospitales por su tratamiento y no lo hay. En los chats del grupo que tenemos, muchos están desesperados, pidiendo apoyo de otros, por si a uno le sobró medicamento. Es un problema serio”, afirma.

La pandemia y el rezago histórico en salud mental

La pandemia de Covid-19 abrió heridas emocionales profundas en la población y sus efectos continúan latentes. Son una de las causas del aumento de los casos de depresión y ansiedad, refiere la maestra en psicología.

A esto se sumó que los hospitales públicos se centraron en la atención del nuevo coronavirus y muchos pacientes con otras enfermedades interrumpieron sus tratamientos.

“Los pacientes psiquiátricos tampoco podían acudir a sus citas porque no había citas. Esto hizo mella en la salud mental de los mexicanos”, explica.

El impacto de la pandemia en la salud mental fue más profundo porque hacía años que este tema no se atendía correctamente, considera el doctor Andrés Castañeda.

Ahora hay más diagnósticos porque más personas buscan atención especializada y el estigma es menor. Sin embargo, la respuesta viene desde el sector privado porque el sistema sanitario público no tiene capacidad todavía.

“La salud mental no ha tenido el trato, la atención que realmente nos debería de ocupar en México. Poco a poco, se ha ido aumentando la capacidad pública, pero todavía estamos muy retrasados”, sostiene Castañeda.

Los suicidios son la consecuencia más grave de esta desatención. Cada año mueren más personas por esa causa y, sin embargo, son la punta del iceberg de todas las personas que viven con problemas de salud mental y no reciben la atención que se merecen.

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