Juicio de García Luna: el juez desestima declaraciones del narco Tirso Martínez
Martínez, testigo cooperante de la Fiscalía, fue presentado como el encargado del envío de cocaína del Cártel de Sinaloa a Estados Unidos por tren desde México a tres ciudades estadounidenses.
Concluyó el segundo día del juicio contra Genaro García Luna en Estados Unidos. El juez Brian Cogan, que preside el proceso por narcotráfico contra el exsecretario de Seguridad Pública, mostró este martes sus reservas sobre el testimonio del narcotraficante Tirso Martínez Sánchez, y anunció que desestimará las declaraciones que hizo dicho personaje.
“Las declaraciones emitidas son de 1993 o 1994 y 2000 o posiblemente 2001, la conspiración colocada en la acusación (de García Luna) comienza en 2001”, argumentó el juez para anular lo contado por Tirso en el juicio. La autoridad calificó a lo dicho por el testigo como parte de un espectáculo secundario y una pérdida de tiempo.
Martínez, testigo cooperante de la Fiscalía, fue presentado como el encargado del envío de cocaína del Cártel de Sinaloa a Estados Unidos por tren desde México a tres ciudades estadounidenses.
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Subió al estrado después de que el narco Sergio Villarreal Barragán, alias "El Grande" , asegurara que presenció a partir de 2001 el pago de sobornos al exsecretario mexicano a cambio de su ayuda a los narcos en su negocio y en la lucha contra clanes rivales.
Durante el testimonio de este martes, Martínez, a preguntas del fiscal Philip Pilmar, explicó el funcionamiento del tráfico de cocaína a través de trenes de cargo desde la ciudad de México a Los Ángeles, California, Chicago, Illinois, y Nueva York, pero no hizo ninguna mención al acusado.
Tras la retirada del jurado y del testigo, el fiscal explicó que esperaba que Martínez testificara que uno de los narcos del Cártel de Sinaloa con los que trabajaba, identificado como Jorge, le ofreció ponerle en contacto con García Luna para pagarle sobornos y así asegurarse de que sus cargamentos de droga escondidos en grandes depósitos de aceite transportados por tren no serían registrados.
Interrogado por Cogan, Pilmar agregó que pretendía con ello mostrar que García Luna no solo no era un enemigo del cártel, sino alguien que estaba disponible en cualquier momento para ayudar a cambio de dinero.
“Teniendo en cuenta que no sabremos el nombre completo de Jorge o Anselmo, o incluso sin son sus nombres reales, la Corte no va a permitir que el jurado escuche lo que equivale a rumores”, señaló Cogan en la resolución difundida por los periodistas Jesús García y Keegan Hamilton.
Estaba en una entrevista cuando el juez Cogan nos dio el “coganazo” publicando su decisión de desestimar parte del testimonio de Tirso Martínez, El Futbolista, contra Garcia Luna. Acota el periodo para no tomar en cuenta eventos antes de 2000 y parte del 2001, quizás. pic.twitter.com/IJc1aZwzoi
La defensa de García Luna protestó contra la presentación de este testigo ya que los hechos a los que se podría referir ocurrieron en los años 90 y en 2000 o 2001, cuando los supuestos crímenes por los que está siendo juzgado el exministro mexicano son los comprendidos entre 2001 y 2012.
Martínez entró a la sala después del testimonio de “El Grande”, que se extendió durante dos jornadas.
Desde su silla, García Luna siguió este martes con mucha atención las preguntas de su abogado César de Castro al testigo, así como las respuestas de “El Grande”.
De Castro, además de insistir en el carácter criminal de “El Grande”, que ya cumplió condena en Estados Unidos y vive en libertad, subrayó que no había grabaciones de audio o videos de los encuentros de los miembros del clan con García Luna, a pesar de que, como declaró el narco, el Cártel de los hermanos Beltrán Leyva, para el que trabajaba “El Grande”, solía grabar sus conversaciones con dirigentes y políticos.
Asimismo, el abogado puso en duda que, como aseguró “El Grande”, García Luna se reuniera con una asiduidad mensual con Arturo Beltrán Leyva en Ciudad de México, donde miembros del cártel lo recogían supuestamente en el parqueadero público de un supermercado antes de llevarlo a una "casa segura" donde se reunían.
De Castro mostró sus dudas a los miembros del jurado de que fuera posible que un funcionario, conocido públicamente, hiciera eso con regularidad, a la luz del día y en horas de trabajo.