Aunque esa reforma estatutaria fue tersa, hubo propuestas que generaron rechazo de los congresistas por la centralización de poder en Delgado y Hernández, sobre todo para proponer al responsable de Finanzas, que podrá manejar en 2023 el financiamiento público por 1,909 millones de pesos.
El proceso de reforma de Estatuto, Declaración de Principios y Programa de Acción morenistas fue fast track. Pese a la trascendencia de los cambios, todo se discutió y se votó en un bloque, en dos horas; los 20 oradores fueron decididos por tómbola, la mitad a favor y la mitad en contra, y todos tuvieron dos minutos para argumentar
Fisgón exige disciplina, “¡Es bien pinche simple, carajo¡”
Pese a lo carrereado del proceso, a gritos, congresistas rebeldes, principalmente de Puebla, estado de México y Tabasco, con voces aisladas de la ciudad de México y otras entidades, repudiaron al menos 8 propuestas de reforma.
La aprobación de la extensión de mandato no tuvo objeciones, aunque no faltó quien exigiera la salida de Delgado y Hernández.
Los problemas empezaron con la propuesta para dar al dirigente nacional y a los de los estados la facultad de proponer a los responsables del manejo financiero, sin el aval de los Consejos Nacional y estatales y la posibilidad de elegir a los dirigentes nacionales vía encuesta abierta.
Siguió la molestia por la propuesta de que el Comité Ejecutivo Nacional (CEN) pueda meter consejeros vía la figura de “delegados” y que los gobernadores sean en automático consejeros nacionales.
Molestó también el recorte de las secretarías del CEN para eliminar la de movimientos sociales, producción (trabajo) y medio ambiente y que el Comité decida dónde sí pueden y dónde no, instalarse Cimités Ejecutivos Municipales. En estos dos casos se esbozaron rezones de austeridad.
Así, en la discusión los ánimos se caldearon al punto que, de manera inédita en el partido guinda, sus dos ideólogos: Pedro Miguel y Rafael Barajas, fueron abucheados, se les intentó sacar de la tribuna al grito de ¡fuera, fuera¡ y ¡votación, votación¡ para no escuchar más sus argumentos.
El asunto del responsable de finanzas, argumentó el periodista Pedro Miguel, es de gobernabilidad. “Imagínense que vamos a parálisis... tenemos la experiencia de que las diferencias han llevado a que el partido se paralice”, advirtió y eso no se puede repetir.
“Morena no está dividido entre opresores y oprimidos, llegamos a plantear una desconfianza innata en la dirigencia, pero imagínense si debilitamos a la dirigencia en vísperas de la sucesión”, dijo.