Se escuchó fuerte el motor de las motocicletas y los cláxones de las unidades tácticas de la Guardia Nacional y los asistentes de inmediato recibieron a los contingentes con aplausos, levantando la mano para saludar a los uniformados.
Otras personas aprovecharon para acudir a los módulos instalados por la Secretaría de la Defensa Nacional en la Diana Cazadora, el Ángel de la Independencia y la Glorieta del Ahuehuete para participar en las exhibiciones de los distintos agrupamientos.
En uno de ellos se ofrecían explicaciones del agrupamiento de paracaidistas, incluso los asistentes podían colocarse las mochilas que usan los elementos y tomarse la fotografía en una mampara diseñada para ese fin.
Niños y adultos podían también simular un salto en paracaídas desde un avión de la Fuerza Aérea Mexicana, e incluso conocer sobre el armamento que ocupan los militares.
En otro módulo de la Guardia Nacional, la gente podía tomarse una fotografía con un águila o disfrutar de una exhibición de adiestramiento canino, donde los niños principalmente eran los más emocionados.
El Paseo de la Reforma se convirtió en un mercado gigante, pues en el tramo desde Bucareli, hasta Campo Marte se podían conseguir desde banderas, playeras conmemorativas del desfile y hasta antojitos mexicanos.
Caminando entre los asistentes al desfile se encontraban “Los Pablos”, dos jóvenes fabricantes y diseñadores de figuras coleccionables que portaban uniformes militares y detalles con costo desde los 200 pesos, hasta los 500.
“Son 100% artesanales, traemos de diferentes compañías: Fuerza Aérea, Plan DN-III, francotiradores, fuerzas especiales. Luego lo confunden como si fueran juguetes, pero son coleccionables, es para alguien que ya estuvo dentro del Ejército o un detalle”, explicó Pablo, quien por algún tiempo perteneció a la Policía Militar y de ahí su gusto por el Ejército.
Autoridades de la Ciudad de México reportaron que el desfile fue presenciado por 300,000 personas a lo largo del recorrido y concluyó sin incidentes.