La expectativa que no se cumplió
El 12 de agosto, nueve días después de que los 10 mineros quedaran atrapados, la Coordinación Nacional de Protección Civil informó que, por fin, iniciarían las labores de rescate al medio día, porque se contaba con mejores condiciones para hacerlo.
El Equipo de Respuesta Inmediata ante Emergencias y Desastres del Ejército y mineros voluntarios ingresaron para retirar escombros de los accesos a los túneles de la mina.
Por la tarde, una tormenta sobre la zona impidió el rescate. Las acciones volvieron a lo mismo: extraer agua de la mina.
Diez días después del accidente, el 13 de agosto, los familiares de los mineros demandaron apoyo internacional y acusaron que no avanzan las labores de rescate.
El gobierno federal aceptó y dijo que buscarían ayuda de empresas mineras de Estados Unidos y Alemania. Seis días después, especialistas de una empresa estadounidense se incorporaron a las labores de rescate.
El 23 de agosto, tras sumar 471 horas de trabajo ininterrumpido en la mina, Laura Velázquez, coordinadora Nacional de Protección Civil, informó que el pozo minero El Pinabete está rodeado por otras seis minas abandonadas con agua y todas podrían estar conectadas.
Esto dificulta el rescate. Así que geólogos, geotécnicos, mineros y geofísicos realizaron estudios del subsuelo para implementar un plan de trabajo de ingeniería que permita reducir la aportación de agua a la mina.
Los familiares siguen esperando que los mineros sean rescatados.