Juanita, la migrante Chuj, al igual que muchos centroamericanos, iba en busca del "sueño americano", sin embargo, agentes de la Unidad Especializada en la Investigación y Persecución del Secuestro, de la entonces Procuraduría tamaulipeca, la detuvieron el 10 de noviembre de 2014, sin orden aprehensión.
Tres meses antes de los hechos, en agosto de 2014, Juana Alonzo partió de su natal San Mateo Ixtatán, en Huehuetenango, a 340 kilómetros de la capital de Guatemala. Su objetivo era ir a los Estados Unidos.
En Reynosa, Tamaulipas, un “pollero” o “coyote” la secuestró junto a otra mujer migrante y su hija menor de edad. Ambas radicaron en la colonia Villa Diamante en Reynosa, donde fueron forzadas a trabajar para sus plagiarios.
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Posteriormente, durante un operativo para rescatar a migrantes, fue acusada como cómplice de los secuestradores.
Juanita fue trasladada a la entonces Procuraduría, donde estuvo cerca de una semana. En ese lugar fue objeto de diversos golpes durante los interrogatorios e, incluso, recibió amenazas de muerte mientras le apuntaban con una pistola. Al final, aceptó los hechos.
El 18 de noviembre de 2014, ocho días después de su detención, fue ingresada al centro penitenciario de Reynosa donde estuvo en prisión preventiva. Durante todo ese tiempo no recibió sentencia ni tuvo acceso a un traductor, por lo que no se enteró de qué se le acusaba.
A pesar de que denunciaron los actos de tortura, no se investigaron ni se le brindó la oportunidad de contar con asistencia consular.
