La Calle Genova, en la Zona Rosa, también recibió oleadas de personas con cada tren que llegaba a la estación Insurgentes y quedaba casi vacío, pues las mujeres se encaminaban a la marcha.
Los contingentes comenzaron su marcha desde las 14:00 horas sobre Paseo de la Reforma, mientras manifestantes continuaban llegando al Ángel y el Monumento. Con el grito de "¡El que no brinque es macho!", niñas, adolescentes, jóvenes y ancianas hicieron temblar la Avenida Juárez, a su paso rumbo al Zócalo.
A dos años de la histórica marcha de 2020, poco antes de declararse la emergencia por COVID-19, las mujeres se adueñaron de las calles con una asistencia reconocida por el gobierno de la ciudad de unos 75,000 manifestantes.
Dalia, de 60 años, asistió desde Tlatelolco a marchar como lo ha hecho sin falta durante nueve años cada 8 de marzo. "Nadie está sola, ninguna de las mujeres está sola. Somos un montón de hermanas y de mamás y de hijas que estamos luchando por todas nosotras", afirma como su razón para ir a marchar.
Ella tiene presente el antagonismo del presidente Andrés Manuel López Obrador frente al movimiento feminista.
"(Es) un gobierno que los reprime, 'envalla', los encapsula y dice que somos neoliberales y estamos pagadas. Yo creo que necesitarían demasiados millones de pesos para pagarnos a todas las que estamos manifestándonos. Nos unimos porque somos mujeres y nos matan, nos violan, nos abusan y eso debe acabarse", sostiene.
Por su parte, Daniel, de 19 años, pagó un Uber para llegar a la manifestación desde Ciudad Azteca en el Estado de México, pues al moverse en silla de ruedas es complicado tomar el transporte público. "Estoy convencida de que la unidad hace la fuerza y más en movilizaciones de este tipo. Creo que todas las personas que estamos acá venimos por nuestra propia voluntad, para salir a luchar", señala la joven.