“Empecé el sábado 8 de enero, comencé con ardor de garganta, y para el martes ya tenía síntomas de resfriado, pero solo eso, pero como ese día nos dijeron que dos compañeros dieron positivo, me hice la prueba y salió positiva. Pero no me agravé, solo fue una infección de garganta y algo de cansancio”, dice la joven de 29 años.
La variante Ómicron del virus SARS-CoV-2 ha mostrado ser más contagiosa que las pasadas, pero no más virulenta. En México, solo en los primeros días del año, los casos pasaron de 3 millones 988,916 a más de 4 millones 700,000, lo que rompió récords de registros en 24 horas. Esto ha ocurrido de manera similar en otras regiones del mundo como Sudáfrica y Europa.
El 26 de noviembre de 2021, la Organización Mundial de la Salud (OMS) clasificó esta variante B.1.1.529, denominada Ómicron, como de “preocupación” debido a las varias mutaciones que presentaba y que podían afectar a las características del virus, por ejemplo, su facilidad para propagarse.
Desde entonces, se están realizando estudios para conocer más sus características, desde su transmisibilidad, virulencia y efectividad a las vacunas, así como las reinfecciones. Entre ellos, el del Imperial College de Londres, que señaló que con la variante Delta, había un 85% de protección para no volver a contraer el coronavirus, pero en el caso de Ómicron es de 19%.
Roxana Trejo, experta en epidemiología y control de infecciones, señala que lo que se ha observado con Ómicron es que existe la capacidad de poder reinfectar a las personas que ya tuvieron una enfermedad primaria por otra variante de SARS-CoV-2. “Hemos detectado que de cada 100 personas que estuvieron infectadas, cuatro pueden reinfectarse, es un promedio, aunque todo depende de manera individual”, comentó en el seminario 4ta ola COVID-19: Reinfección y nuevas variantes.