En México, ¿qué opinión tiene de que el gobierno federal apueste por una política energética basada en hidrocarburos, cuando los expertos dicen que eso es contrario a lo que se debería hacer?
Esa pregunta tiene solamente respuestas políticas en las que yo no quiero entrar. Las respuestas técnicas, científicas, van en otro sentido completamente. ¿Qué argumentación política está detrás de las decisiones que se han tomado? Habría que preguntarles a quienes lo están haciendo. Yo pienso que hay que hacer las cosas de otra manera, es claro y no es una cuestión de modas estar insistiendo en el tránsito rápido, lo más rápido posible, al uso de energías renovables. Y en este caso específicamente, pienso que no se trata de hacer hectáreas de celdas fotoeléctricas, no. Lo que hay que hacer es que cada casa tenga celdas fotoeléctricas porque, además de que es más operable, tiene una ventaja gigantesca: hace uno ver en la bolsa del dueño o la dueña de la casa que eso significa ahorros enormes para su presupuesto familiar.
A mí me sorprende que no les haya caído el 20 de que la mejor manera de convencer a la gente de un movimiento hacia allá es esto. Es un argumento muy convincente y creo que no se quiere hacer, lo mismo con otras cosas. El calentamiento del agua de las casas debería también ser solar y lo digo con conocimiento de causa porque tengo esos sistemas y el ahorro que hacemos en casa es notabilísimo.
Lo que quiero decir es que los argumentos políticos detrás de esto no los conozco, hay que preguntárselos, pero en mi opinión no tienen nada que ver con el bienestar general de la gente”.
¿A qué especialistas u organismos internacionales podemos voltear para saber qué hacer en esta materia?
Obviamente están todos los expertos del IPCC y de instituciones tanto gubernamentales como universitarias que han trabajado sobre esto. Son miles de voces pero esas voces no se oyen, en parte por culpa de los mismos científicos que no les gusta meterse, pero también porque hay muy pocos gobernantes que claramente digan la urgencia de esto. Un ejemplo que pasó como golondrina solitaria es la encíclica del papa Francisco de hace unos años ( Laudato Si, de 2015 ). Yo no soy lector de encíclicas, pero es un análisis factual, con un llamado de urgencia como ningún otro gobernante o figura internacional ha hecho, con claridad, con la mejor ciencia posible. ¿Pero qué pasó? Que ni la misma jerarquía de la Iglesia católica lo asumió.
Estamos en una situación en la que realmente se nos va la vida con esto. Este sentimiento de responsabilidad con las siguientes generaciones de nuestra especie no es posible que no podamos comunicarlo. Un ejercicio de reflexión sereno y sensato de todo este lío de la pandemia, que es una consecuencia ambiental también, nos debería llevar a pensar y decir “Ya basta, vamos a cambiar”, porque todo esto se ha hecho como si las leyes de la naturaleza no existieran o como si las leyes de la naturaleza tuvieran que adaptarse a nosotros.