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Karina García: “Prevenir violencias es clave para alejar a jóvenes del narco”

Tras entrevistar a excriminales, la politóloga resalta que tener políticas e instituciones contra la violencia familiar o de pandillas es esencial para evitar que los jóvenes se sumen al narcotráfico.
dom 15 agosto 2021 07:00 AM
Karina García Reyes
Karina García Reyes es doctora en Ciencia Política por la Universidad de Bristol.

Mientras preparaba su tesis doctoral, Karina García Reyes se encontró con una oportunidad que no solo impulsó su investigación, sino que también cambió su mirada sobre el problema de la violencia en México. Durante visitas a un centro de rehabilitación en el norte del país —donde planeaba hablar con niños y jóvenes—, pudo entrevistar a 33 exnarcotraficantes que le contaron acerca de sus orígenes, sus circunstancias y sus acercamientos con bandas dedicadas al tráfico de drogas.

Tras estos intercambios, seleccionó 12 historias que dieron forma al libro Morir es un alivio, publicado este año por editorial Planeta, con el que busca exponer los testimonios de estas personas y dirigir la atención pública sobre lo que considera un común denominador: las distintas violencias que sufrieron y que acercaron a esos hombres hasta los grupos del narcotráfico.

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Para García Reyes, ese hilo conductor exhibe las deficiencias del país, al tiempo que demuestra la urgencia de tener políticas para prevenir esos diferentes tipos de violencia —familiar, institucional, de género o de pandillas— si se quiere evitar que más mexicanos sigan integrándose a las organizaciones criminales.

“Creo que el factor más importante, y al que estoy tratando de redireccionar la atención para la prevención de la violencia del narcotráfico, son las violencias”, dice en entrevista.

García Reyes, doctora en Ciencia Política por la Universidad de Bristol, en Reino Unido, considera positivas algunas acciones del gobierno federal, como dar apoyos económicos a los jóvenes para que sigan con su educación o puedan encontrar un empleo. Sin embargo, advierte que esto no es suficiente y subraya que se requieren instituciones sólidas que atiendan necesidades específicas, como las agresiones dentro de familias, en entornos escolares o en cada localidad.

Aquí parte de la entrevista.

Señala que encontró patrones en las historias de los hombres a quienes entrevistó. ¿Alguno de esos patrones pesó más que otros para que ellos llegaran hasta el narcotráfico?
Si me dices “escoge un factor”, diría que es la violencia, las violencias. Cuando lean las historias de estas 12 personas, quiero pensar que van a sentir un poquito esta urgencia que he sentido por años de prevenir que estos niños y jóvenes sufran este tipo de violencias. En el libro, intento comunicar cómo poco a poco, después de estas entrevistas, yo también voy desmontando mis propios prejuicios.

Yo tenía esta idea de una división muy clara entre víctimas y victimarios, buenos y malos, esta narrativa que tanto critico ahora, y al darme cuenta de que los hombres que yo tenía en frente habían sufrido golpes, abuso, negligencias, abandono, veo que la pobreza es la fuente, pero lo que genera la pobreza son ciertas condiciones de vida que favorecen que se dé la violencia. Hay mamás y papás que tienen que abandonar el hogar porque tienen que trabajar o que viven frustrados y, con lo poco que ganan, llegan alcohólicos, golpean a la mamá, a los hijos… Estas son las condiciones que tenemos que prevenir. Creo que el factor más importante, y al que estoy tratando de redireccionar la atención para la prevención de la violencia del narcotráfico, son las violencias. Violencia genera más violencia. Sé que suena muy cliché, pero no lo es.

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Hablando de pobreza, hace unos días el Coneval reportó que el número de personas en esta situación creció en los últimos dos años. ¿Esto representa un mayor incentivo para las violencias de las que advierte?
Así es. La semana pasada leí un artículo, creo que de Daniela Rea, sobre los huérfanos, una cifra de 50,000, niños que quedan abandonados porque sus papás murieron. Los mexicanos muchas nos acostumbramos a estas cifras, pero si uno entendiera lo que significan, se vuelve loco. Por decir, si uno entendiera lo que significan 50,000 niños en orfandad o 50 millones de personas expuestas a estas condiciones de violencia, por ejemplo, violencia de pandillas, que es un tema crucial pero que se relega porque no nos toca a todos, no tiene tanto reflector.

En las historias lo incluyo. Muchos de los participantes decían “yo tuve que entrar a una pandilla porque me obligaron, porque no había de otra manera”. Cuando uno lee sobre las prácticas tan violentas de las pandillas, puede entender, no justificar, pero sí entender cómo llegan al narcotráfico. Estás en tu casa rodeado de violencia, sales a la calle y más violencia. Para quienes no tuvimos esas condiciones, es muy difícil imaginarnos ese mundo. Lo que aportan estas historias es esta ventanita que nos muestra un poco la desesperación, la frustración, el sentimiento de abandono, de desprotección de estas personas. Yo quiero compartir este sentimiento de empatía, no para justificar, pero para entender esto en un contexto como el de 50 millones de pobres. Es la mitad del país y a la sociedad nos corresponde tomar cartas y ser más proactiva.

Siempre le reclamamos al gobierno y al gobierno federal, pero hay que exigirle al estatal y al local, porque los retos del norte no son los restos del sur o del Pacífico o del Golfo”.

¿Qué hace falta para que se preste más atención a problemas como la violencia de pandillas, para evitar que atraigan a más personas?
Creo que ahí un poco es una responsabilidad compartida y los medios juegan un rol importante. Yo estuve unos meses como editora de un periódico en Chile y ahí me di cuenta del rol tan importante de los medios y también de las decisiones tan difíciles que tienen que tomar. Por ejemplo, ¿cuál es el titular? Yo le diría a los medios que nos ayuden con eso, a comunicarle a la gente qué tan letales son estas riñas, porque al menos en la academia encontré muy buenos estudios de antropólogos o sociólogos, que llevan décadas. Desde los 80 nos están diciendo “aguas, aquí hay un peligro”, sobre todo en la frontera.

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La otra parte de la respuesta es la prevención. Los medios van a cumplir una función, pero de nada sirve que a la gente no le importe. Ese es uno de los propósitos que tengo con Morir es un alivio: decirle al lector que la prevención es la mejor manera de combatir a largo plazo, de manera sustentable y humanitaria, la violencia del narcotráfico, porque la violencia del narcotráfico es la punta del iceberg, es lo que vemos, pero el resto que no vemos son todas estas violencias, como la intrafamiliar, de género, feminicidios, violencia de pandillas y estos deseos de suicidio. Todo esto combinado da como resultado esta violencia.

Entonces, si nos enfocamos, la prevención es la mejor manera, pero para ello es importante que la gente lo pida. Yo he tenido la oportunidad de hablar con diferentes políticos y tomadores de decisiones en México y Reino Unido y ellos están conscientes. Trato de convencerlos de que la prevención es la opción y todos me dicen “ya sabemos, lo que pasa es que esto no va a tener un resultado inmediato o no va a ser popular”. ¿Y qué quiere un político? Votos. Ahí es donde creo que la gente tiene un rol importante, de en vez de pedir resultados inmediatos o imposibles, recompensar a políticos que propongan estas opciones a largo plazo.

Frente a estos contextos de violencia, ¿cree que la política social del actual gobierno federal sea lo suficientemente fuerte?
No, pero quiero matizar mi no. Primero que nada, al menos en el discurso estoy de acuerdo con el gobierno federal. Me gusta la narrativa de enfocarnos en la prevención, en quitarle mano de obra al crimen organizado. Creo que el programa Jóvenes Construyendo el Futuro es interesante, pero creo que se puede mejorar, porque no es suficiente darle dinero a los jóvenes. Es un paso importante pero no debe ser el único. Algo con lo que no estaré de acuerdo son estas políticas que parecen clientelares. Lo que necesitamos son instituciones fuertes. Yo dejaría esos incentivos para los jóvenes, pero también a la par hay que dedicarle más recursos al DIF, por ejemplo, a las guarderías. Los niños requieren cuidados especializados. Una abuelita, una tía, un tío no los van a cuidar bien. Necesitamos guarderías del Estado.

Tenemos que crear instituciones sólidas que sean este lazo entre la sociedad y el gobierno. Necesitamos que parte de los recursos que se están concentrando en la militarización de la seguridad pública se redireccionen al DIF, que se redireccionen y se creen estas nuevas instituciones para proteger a niños y jóvenes, o a las mujeres que sufren de violencia doméstica, abuso sexual o trata.

Si tuviera en frente al presidente López Obrador y a los gobernadores, ¿qué les diría sobre este tema?
Yo más que decirles los escucharía. Este año he tenido la oportunidad de hablar con diferentes personas de gobiernos, estatales, alguien de gobierno federal, y también en Reino Unido, que fue muy interesante comparar cómo dos países tan diferentes tiene enfoques tan similares, y me queda claro, y hay que decirlo en voz alta, que hay personas que trabajan mucho y tienen buenas intenciones, y hay cosas que nosotros como ciudadanos no sabemos. Toman decisiones con base en lo que saben, que muchas veces no es lo que sabemos nosotros. Entonces, más que irlos a aleccionar, yo les preguntaría “¿por qué no se ha hecho esto?”.

Por último, ¿cómo resumiría la experiencia que le dejó el libro?
Yo resumiría mi experiencia con que fue muy difícil. Hubo un antes y un después. Yo perdí cierta inocencia con el libro. Más que inocencia, ignorancia. Hay horrores, hay realidades que ya no puedo ignorar. Entonces, yo resumiría mi experiencia, más que con las entrevistas, con toda la investigación, con todo mi proceso, yo diría que desperté. Soy una persona mucho más empática. Cada vez que leo este tipo de noticias, en vez de prejuzgar, estoy tratando de entender las causas, y eso es lo que yo comparto en el libro. No estoy diciendo que se deba perdonar (a quien ha violado la ley), sino siempre ver la prevención y siempre del lado humanitario.

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