El estudio precisa que la muerte de los cuidadores puede tener graves consecuencias, pues las evidencias muestran que los niños que atraviesan por esta situación corren un mayor riesgo de sufrir problemas de salud mental; violencia física, emocional y sexual; y pobreza familiar.
"Ahora es el momento de centrarse en un grupo que seguirá creciendo a medida que avanza la pandemia: los más de 1 millón de niños que han perdido a un padre y otro medio millón de niños que han perdido a un abuelo cuidador que vive en su propia casa.
"Estos niños sin nombre son la trágica consecuencia pasada por alto de los millones de muertos por la pandemia", apunta la publicación.
A la fecha, el gobierno de México no ha dado a conocer un registro oficial de niñas, niños y adolescentes que, como resultado de la muerte de su padre o madre o incluso los dos, viven en orfandad.
Aunque en abril de 2021, en el Senado de la República, los integrantes de la Comisión de los Derechos de la Niñez y la Adolescencia, estimaron que en el país había unos 185,000 niños huérfanos por el COVID-19.
De acuerdo con registros del gobierno de la Ciudad de México, en la capital del país han fallecido 37,851 personas y se tiene detectado que al menos 3,101 menores perdieron a uno de sus padres, según en el Sistema para el Desarrollo Integral para la Familia de la Ciudad de México (DIF), dados a conocer en el mes de marzo.