Ese historial, revisado por Expansión Política, arroja que Sandoval Ballesteros, quien hasta hoy tuvo a cargo una nueva política de ética pública, cuenta con una casa, cuyo valor no reporta de manera pública. Se observa que todo su dinero, en pesos mexicanos, dólares americanos y euros, está invertido en cuentas mancomunadas o a nombre de dependientes económicos, lo que le sirvió como argumento para no publicar montos.
Además, queda registrado que adueña un reloj y otras joyas como aretes, un brazalete y collares adquiridos en 2014 por 66,800 pesos, y electrodomésticos que en 2013, le costaron 45,000 pesos. Detrás de sí, Irma Eréndira Sandoval deja el dato de que hasta 2019, tuvo un automóvil, pero lo vendió.
Esa es Irma Eréndira Sandoval Ballesteros a través de las declaraciones patrimoniales -el documento que ella misma vigiló en los otros integrantes de la burocracia- suscritas para la posteridad en la dependencia que hoy deja.
Su responsabilidad: erradicar un cáncer
Avalado su nombramiento por el Senado de la República, Irma Eréndira Sandoval Ballesteros asumió el 6 de diciembre de 2018, como secretaria de la Función Pública. Después de 30 meses de gestión, fue removida por el jefe del Ejecutivo, Andrés Manuel López Obrador. Según Nómina Transparente –un portal de datos abiertos que se construyó justo por iniciativa- percibió en salario bruto 4 millones 786,080 pesos (se consideró el mes en curso, el de su salida).
Fundada en 1983 como Contraloría y Desarrollo Administrativo, modificada en 2003 como Función Pública, la cartera que Sandoval Ballesteros le entregó a Roberto Salcedo Aquino, ha sido la cara que México le ha puesto a la corrupción, un cáncer que ha dejado pérdidas nacionales al año de hasta 10% del Producto Interno Bruto, según datos de la Organización para la Cooperación y Desarrollo Económicos.
Bajo la gestión de la Función Pública, en el gobierno anterior, el de Enrique Peña Nieto (2012-2018), la anarquía sobre la claridad de la presentación de los bienes y posibles conflictos de interés en la declaración patrimonial marcó un afluente de escándalos.
En 2014, una investigación periodística de Aristegui Noticias descubrió una propiedad en la colonia Lomas de Chapultepec no declarada por Peña Nieto y un año después, The Wall Street Journal reveló otra en Malinalco, Estado de México, a nombre de Luis Videgaray Caso, quien fungió como secretario de Hacienda y luego, como canciller.
Las dos propiedades les fueron otorgadas por un contratista del gobierno, Juan Armando Hinojosa Cantú, lo cual no quedó claro –hasta ahora no lo es– en la declaración de esos funcionarios.