Por su parte, Cimenna Chao Rebolledo, investigadora de la Universidad Iberoamericana, señala que también se tiene que hacer un diagnóstico diferenciado y tomando las características de cada comunidad.
“Hay comunidades donde las escuelas están cerradas, pero no hay COVID en esa comunidad, y es vulnerable de recursos socioeconómicos que no le permiten tener acceso a ningún tipo de tecnología y las tenemos cerradas por la verticalidad de cómo se toman”, comenta.
Estar listos requiere de una evaluación diferenciada, que podamos conocer las condiciones de cada comunidad y, por supuesto, requiere de infraestructura que tenemos que ir preparando en términos de recursos hídricos, como baños, un protocolo de higiene, el cubrebocas que se debe procurar a toda la comunidad.
Cimenna Chao Rebolledo, investigadora de la Universidad Iberoamericana.
El Centro de Investigación Económica y Presupuestaria (CIEP) estima que el costo de acondicionar la infraestructura sanitaria de los planteles de educación básica ascendería a 10,376 millones de pesos.
Con Chao Rebolledo coincide, Luis Medina Gual, coordinador del doctorado institucional en educación de la Iberoamericana.
“La gran preocupación es nuevamente la verticalidad”, dice sobre la toma de decisiones desde arriba y sin tomar en cuenta las condiciones de cada institución, que son heterogéneas, o a otras voces.
En ese contexto, la titular de la SEP ha reconocido que un componente esencial es fortalecer el diálogo con maestras y maestros, para conocer sus propuestas y necesidades en el eventual regreso a las actividades escolares presenciales y, al mismo tiempo, incentivar su colaboración con niños, madres, padres de familia y tutores.