De acuerdo con el documento , los Programas Integrales de Bienestar deben tener una cobertura total de los riesgos que se asocian con una o más de las cuatro etapas del curso de vida de las personas (niñez, adolescencia y juventud, adultez y vejez) por medio de una articulación coherente entre sus objetivos, poblaciones y apoyos entregados, objetivo que no se ha cumplido.
En los resultados se señala que en los programas hay una clara tendencia a dar seguridad en el ingreso de los hogares y las personas a través de instrumentos que transfieren apoyos económicos directos, sin que estos se enfoquen necesariamente en el desarrollo de capacidades para enfrentar estos riesgos.
Resultados por grupos
En el caso de los riesgos asociados a la niñez y los programas enfocados a este grupo, Coneval señaló que “no es posible asegurar que los apoyos económicos de estos programas sean suficientes ni que se utilicen para atender las necesidades específicas”, por lo que no puede determinarse que “mitigan las condiciones de vulnerabilidad” de esta población que los hace acreedores al apoyo.
Respecto a los adolescentes y jóvenes, expresó que –a excepción de riesgo por pérdida del sostén de la familia– todos los riesgos están contemplados en los programas de apoyos económicos, como becas, créditos y apoyos directos, sin embargo, eso no garantiza que la condición de vulnerabilidad que los origina pueda superarse con ellos.
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Pone el caso de Jóvenes Construyendo el Futuro, que ofrece vinculación temporal por 12 meses con apoyo mensual, pero carece de mecanismos para garantizar que la capacitación de los beneficiarios sea adecuada o suficiente para mejorar sus condiciones de empleabilidad, además que el programa puede competir con otros como Jóvenes Escribiendo el Futuro, por lo que puede ocasionar que un sector "se decante por el programa que ofrece el mayor monto” y derive en la deserción escolar.