Marcela Azuela, coordinadora de Hogar Justo Hogar, explica que se trata de que estos empleados tengan los mismos derechos que otros, y al tener seguridad social las y los trabajadores ganan también sus familias, sus hijos, sus parejas, sus papás, que muchas veces son personas que no tienen acceso a servicios de salud ni a ninguna prestación.
“Si calculamos que de 2 millones y medio cada una pudiera darle beneficios a tres cuatro personas, de pronto 10 millones de personas, que están en exclusión, podrían ser reconocidos y tener garantizados sus derechos”, señala en entrevista.
Para ella no se trata de “ser buenas personas”, sino de ser solidarios y comprometerse con las obligaciones que se tienen como empleadores. “Es muy importante insistir en que dar seguridad social es otorgarle a la persona la categoría de trabajadora, que tiene exactamente los mismos derechos que otros trabajadores, no queremos privilegios ni beneficios extras, solo buscamos que tengan los mismos derechos”, dice.
De acuerdo con datos del IMSS, durante la primera fase del programa piloto se logró incrementar siete veces más los registros de incorporación de trabajadores domésticos, de 3,848 a más de 27,000 –pero con beneficios para más de 80,000– y con un salario en promedio de 5,131 pesos, 28% superior a la modalidad anterior.