Dado que todo el proceso de elaboración de la vacuna ha sido acelerado, los estudios y el resto del seguimiento se tienen que hacer en tiempo real y cuando la sustancia ya se esté aplicando a millones de personas.
Celia Alpuche, directora del Centro de Investigación sobre Enfermedades Infecciosas (CISEI) del Instituto Nacional de Salud Pública (INSP), e integrante del grupo de asesores de la Organización Mundial de la Salud (OMS), recuerda que el proceso de una vacuna lleva entre 12 y 15 años, y ahora el desarrollo llevó apenas 10 meses.
"El tiempo es corto y el número de pacientes es limitado; por más que se hable de 40,000 o 90,000 pacientes, para que podamos ver efectos adversos vamos a tener que ver millones de dosis aplicadas, es una realidad con la que tenemos que vivir, pero es la mejor arma que en este momento se vislumbra", aseguró en la conferencia virtual "Vacunación para COVID-19: retos hacia la cobertura universal".
La conclusión general es que estos eventos no son graves, y que (las vacunas) son seguras para el tiempo que se han estudiado".
La semana pasada, dos trabajadores de la salud de Reino Unido, el primer país en aprobar y empezar a aplicar a su población la vacuna de Pfizer, tuvieron reacciones alérgicas al fármaco. Ante ello, la experta recomendó tomar ciertas precauciones en México, como que no todo el personal que va a recibir la dosis en primer lugar sea del mismo hospital.
#QuéPasóCon... la vacuna contra el COVID-19