Emilio Lozoya arribó a México el pasado 14 de julio y, de manera sorpresiva e inmediata, fue llevado al hospital privado por anemia y problemas en el esófago, según aclaró la Fiscalía General de la República (FGR) posteriormente, pues en un inicio ante el traslado de un convoy al Reclusorio Norte se creyó que el funcionario había sido internado en el mismo, versión de la que incluso hizo eco el presidente Andrés Manuel López Obrador.
Durante su estancia en el hospital, Lozoya Austin se presentó a sus audiencias, de manera remota, por los casos Odebrecht y Agronitrogenados, casos por los que fue vinculado a proceso por los delitos de operaciones con recursos de procedencia ilícita, asociación delictuosa y cohecho.
Los jueces que lo procesaron dictaron medidas cautelares, a solicitud de la FGR, como la prohibición de salir del país y del área conurbada de la Ciudad de México, la colocación del brazalete para ubicarlo, el cuidado por la Policía Ministerial en el hospital donde se encontraba, y, al salir del mismo, acudir a firmar al Reclusorio Norte cada 15 días.
La FGR no solicitó la prisión preventiva en ninguno de los casos, por lo que el funcionario llevará en libertad su proceso ante la justicia.
Quien fuera distinguido por el Foro Económico Mundial como uno de los jóvenes líderes del mundo busca colaborar con la FGR para denunciar a funcionarios de más alto rango que en su momento fueron responsables de delitos. Durante la audiencia del pasado jueves por el caso Odebrecht, Lozoya se comprometió a denunciar de manera "muy clara y contundente" los nombres, cargos que ocupaban y los métodos que fueron utilizados por las personas responsables de los hechos de los que se le acusa.