Los primeros vestigios fueron hallados en 2012, a través de un pozo de sondeo que mostró el potencial arqueológico, y en 2016 comenzó la primera temporada de campo, derivada de un proyecto de investigación avalado por el Consejo de Arqueología del INAH; a la fecha lleva cuatro temporadas de campo.
Ardalean supone que la Cueva del Chiquihuite sirvió de refugio obligado durante el invierno, donde cazadores-recolectores se protegían de las bajas temperaturas registradas antes del Último Máximo Glacial.
¿Cómo es la Cueva del Chiquihuite?
La cueva es de paredes grisáceas, tiene dos cámaras interconectadas, cada una de más de 50 metros de ancho, 15 metros de alto y un suelo inclinado repleto de estalagmitas.
Al momento se tienen clasificados núcleos, lascas, cuchillas, restos de lascas modificadas o usadas, rascadores, puntas, azuelas y elementos puntiagudos formados por la fractura de los bordes de la piedra caliza y láminas de calcita.
Resultados de análisis petrográficos sugieren que no pertenecen a la roca que conforma las paredes y el techo de la cueva.
El 90% de las herramientas son de piedra caliza recristalizada, de colores verde y negruzco, disponible en las proximidades del sitio, en forma de pequeños nódulos sueltos, erosionados de fuentes geológicas aún no identificadas.
El material de las herramientas, destaca el artículo científico publicado en Nature, refleja un conocimiento de los valores de la piedra disponible, y la toma consciente de decisiones, de acuerdo a ese valor.