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#YoVsCoronavirus| "Italia se convirtió en un infierno por el coronavirus"

La mexicana Arianna Marín comparte cómo es vivir en el encierro desde el foco rojo del COVID-19 en ese país europeo y la travesía que representa conseguir alimentos.
dom 26 abril 2020 07:00 AM
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PESADILLA. Arianna comparte que hay noches que no ha podido dormir por la incertidumbre que se vive en Italia a causa de la pandemia del COVID-19.

Sin importar que está a 10,147 kilómetros de distancia y a ocho horas de diferencia, Arianna Marín no se olvida de su país natal, México, por eso escribió un post en su cuenta de Facebook para recomendarle a sus connacionales tomar en serio el coronavirus, y de ser posible no salir de casa para así evitar un escenario similar al que atraviesa Italia a causa del COVID-19 donde pese a ser un país desarrollado, su sistema de salud “está de rodillas”.

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Vía telefónica, Arianna relata cómo es vivir en el encierro desde el foco rojo del coronavirus en la República italiana: Bérgamo. La travesía que representa conseguir alimentos y cómo el salir a la calle sin tener una razón poderosa puede costar ir a prisión.

Debido a su trabajo en una empresa de comercialización de materiales de construcción, ella pasa algunos meses en México y otros en Italia, sin embargo, aunque su regreso estaba programado para marzo, este se pospuso a causa del brote COVID-19.

Su primer acercamiento con el coronavirus fue en Madrid, España, a donde viajó por una cuestión laboral. Ante la duda de si podría ser una portadora de COVID-19 asintomática, la joven decidió autoconfinarse a su regreso a Italia desde el 29 de febrero.

En entrevista con Expansión Política, la mexicana comparte que a finales de febrero y principio de marzo poco a poco los italianos se comenzaron a enfermar, y aunque el diagnostico era influenza, la verdadera razón era otra: el coronavirus.

“El motivo que desató la emergencia de esa manera tan fuerte fue que las autoridades pensaron que lo tenían contenido en el sentido de que había tres casos positivos en Roma y todos eran casos importados y tenían identificados la cadena de contactos, hicieron el mapa de a dónde habían ido estas personas e iban aislando”, explica.

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Recuerda que uno de los motivos que propició que Italia sea el tercer país con mayor número de contagios con 192,994, solo detrás de Estados Unidos, donde hay 889,661, y España, con 219,764, fue que las autoridades respondieron tarde. La alarma –señala– sonó cuando se dieron cuenta que los casos de influenza se transformaron en neumonía, indicador de que el coronavirus ya había llegado.

Menciona que cuando Italia empezó a tomar medidas para evitar la propagación del coronavirus, se soltó el pánico y sin saberlo, los contagios masivos.

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“Iniciaron las aglomeraciones en los supermercados, en los trenes, en los aeropuertos. Todo esto generó que se propagara el virus mucho más rápido”, comentó.

El 11 de marzo fue la fecha en que todo Italia cerró y a partir de ese momento, esa nación se volvió prácticamente un desierto. Los turistas que suelen recorrer el Coliseo, la Torre de Pisa o los canales de Venecia, no estaban, y los italianos, tan acostumbrados a hacer su vida afuera de las viviendas tuvieron que permanecer en casa.

Al igual que en México, en Italia se ordenó cerrar cines, teatros, museos, y se prohibió cualquier reunión púbica; después se ordenó que los centros comerciales solo estarían abiertos de lunes a viernes y más tarde los restaurantes y todos los comercios. Solo quedaron abiertas industrias de primera necesidad.

Conseguir alimentos se volvió en cuestión de días toda una travesía. “Al principio era una aventura porque eran horas de filas porque la gente empezó con las compras de pánico, llevaban tres carritos por persona, entonces no encontrabas todo en las tiendas. Pero cuando cerraron todo, vinieron las reglas, solo se podía salir una vez a la semana, a cualquier súper y solo un miembro por familia. La última vez que fui estuve tres horas esperando, vas avanzando poco a poco, debes llevar; pero ahora solo se nos permite una salida, pero al solo al supermercado más cercano”, relata.

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Explica que salir a la calle no está permitido, salvo por un motivo realmente importante como una urgencia médica, acreditar que tu trabajo es indispensable (como un médico) o para salir a comprar comida. Si alguien se atreve a no acatar las reglas, puede ser arrestado.

El Estado te puede denunciar por atentar contra la salud pública, y quienes son portadores del virus tienen el riesgo de ser condenados hasta con 12 años de cárcel y multas de 5,000 euros o más”.

Arianna confiesa que varias noches no ha podido dormir porque pareciera que lo que está viviendo en ese país europeo es una pesadilla. El coronavirus trastocó su vida privada y la de toda Italia, además, se ha vuelto difícil escuchar cada cinco minutos el pasar de las ambulancias o el sobrevolar aeronaves militares que vigilan que no haya personas en las calles.

Pese a ser una nación con un sistema de salud que garantiza a todos sus habitantes el derecho a una atención médica gratuita, el coronavirus ha puesto en conflicto al sector. Los medicamentos se han ido agotando, se carece de oxígeno y sus médicos trabajan más de 12 horas diarias.

“Desde hace semanas no hay capacidad en los hospitales... Italia tiene un sistema de salud de primer nivel y hoy con el coronavirus el sistema está de rodillas, está hecho pedazo en Italia, sangrando. El sistema está colapsando”, sostiene.

Lo que la ha dejado más en shock es cómo los enfermos de coronavirus pasan sus días en la soledad más absoluta. Por ello recomienda que quienes puedan hacerlo, se queden en casa, porque ese es el sitio más seguro.

“Cada vez que quiero salir pienso en toda la gente que se está muriendo, en toda la partida de madre que se están poniendo los médicos, en la sangre en los guantes, en las heridas en las caras por el cubrebocas y googles, y digo, ellos tienen que estar afuera partiéndose el hocico y a nosotros nos pidieron quedarnos en nuestra casa y ¿eso no lo podemos hacer?”.

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