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La Fase 3 de coronavirus será con déficit de camas y médicos: Córdova Villalobos

El exsecretario de Salud pide tomar en cuenta los datos de OMS; ejemplifica que países como Italia o España, también de la OCDE, tienen más camas y colapsaron ante los contagios de coronavirus.
mar 07 abril 2020 05:45 AM
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El exsecretario José Ángel Córdova en una conferencia.

En dos o tres semanas, México llegará a la fase tres de contagios de coronavirus, por lo que a decir de las autoridades sanitarias, los mexicanos viviremos la etapa más difícil de la crisis con una carencia: la falta de médicos y camas de hospital.

Bajo esa realidad lo único que puede ayudar a enfrentar la pandemia es una acción: quedarse en casa para evitar contagios, asegura el exsecretario de Salud, José Ángel Córdova Villalobos.

En entrevista con Expansión Política, el secretario de Salud en el sexenio de Felipe Calderón (diciembre de 2006 a septiembre de 2011), y quien atendió la crisis de influenza AH1N1, asegura que el aislamiento social es lo que más ayudará a superar la epidemia de coronavirus.

“Importa la infraestructura hospitalaria. De camas, de camas de terapia intensiva y de ventiladores. Si nos rebasa el número que tenemos, pues esa gente se va a quedar sin ventilador y una gente que esté muy grave sin ventilador se muere”, advierte, asegura,

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Este domingo, el presidente Andrés Manuel López Obrador informó que el país cuenta con 6,425 camas de terapia intensiva con sus respectivos ventiladores y personal médico. Adicionalmente, aseguró que instruyó a los secretarios de Marina y Defensa para instalar 1,399 camas más. Con esa preparación extra y con la atención de personas específicas de su gabinete, aseguró que el país está listo para enfrentar el coronavirus y la fase tres que se prevé inicie en dos o tres semanas.

“Comparto un dato sin triunfalismos. México es, después de la India, el país con menos infectados por coronavirus y el tercer país con menos defunciones por número de habitantes. Vamos bien, pero no nos confiemos, sigamos cuidándonos en casa”, declaró el mandatario federal durante su informe de gobierno en Palacio Nacional.

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El doctor Córdova hace su diagnóstico a partir de los números de la OCDE.

Según datos de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), en el país hay 1.5 camas de hospital por cada 1,000 habitantes, la recomendación del organismo internacional es de 4.7 unidades por cada 1,000 personas.

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El presidente Andrés Manuel López Obrador reconoció las carencias del equipamiento desde que modificó el sistema de salud, al cancelar el Seguro Popular y lanzar el Instituto de Salud para el Bienestar (Insabi), el cual comenzó a operar desde el 1 de enero de este 2020.

Apenas este viernes 3 de abril, hizo un llamado a médicos y enfermeras de todo el país para que atiendan la convocatoria lanzada por el Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS) para capacitarlos como especialistas en terapia intensiva para atender a eventuales pacientes graves por Covid-19.

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"Queremos que nos ayuden todos los médicos del país. Les hago un llamado. Ellos saben. Uno de los rezagos que tenemos, una de las herencias nefastas del periodo neoliberal es la falta de médicos especialistas en todo el país y necesitamos tener médicos especialistas en terapia intensiva”, declaró

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En cuanto a personal médico, México tiene 2.4 médicos por cada 1,000 habitantes, una persona menos que el promedio de 3.4 en la OCDE, además, cuenta con con 2.2 médicos practicantes y 2.6 enfermeras practicantes por cada 1,000 habitantes, mucho menos que los promedios OCDE que son de 3.3 y 9.1, respectivamente.

Los datos de la OCDE también revelan que nuestro país tiene un gasto en salud promedio de 1,080 pesos por persona, esto es casi cuatro veces menos que el promedio de la OCDE, que es de 4,003 pesos.

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El debate sobre la cantidad de pruebas

Con la experiencia de la epidemia de Influenza AH1N1 de 2009, y con la aclaración de que es una situación diferente, Córdova Villalobos refiere que en ese año no había ni siquiera las posibilidad de hacer las pruebas actuales; recuerda que empezaron a hacer pruebas y los diagnósticos se mandaban a validar al extranjero, concretamente a Canadá.

También acepta que las pruebas rápidas o pruebas de anticuerpos no les resultaron confiables en ese año y que actualmente la situación es similar con respecto a éstas.

“Igual que ahora, hay mucha desconfianza en las pruebas rápidas, porque miden los anticuerpos, y los anticuerpos tardan en presentarse y en una gente que se acaba de contagiar, muy probablemente no va a tener una prueba positiva, aunque ya esté contagiado. Entonces, estas pruebas no nos sirvieron y la única forma de hacer el diagnóstico fue por PCR, tecnología molecular”, detalla.

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Dada esa situación, fue que arrancaron, tras adquirir más aparatos con otras pruebas directamente en el Instituto de Diagnóstico Referencia Epidemiológica (Indre), y realizaron medio millón de pruebas entre los primeros seis y ocho meses después de que se presentó el primer caso de Influenza AH1N1.

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“Teníamos 10 procesadores y empezamos a procesar las pruebas de todo el país y se hicieron medio millón de pruebas en los primeros seis u ocho meses y tuvimos ya una certeza, prácticamente absoluta. Toda la gente que tenía un cuadro sugestivo de Influenza se le hacía la prueba, eso nos dio mucha claridad, eso nos permitió saber de qué estamos hablando y qué estábamos enfrentando. Esa fue una gran diferencia.

“Ahora, el número de pruebas que se han hecho creo que anda alrededor de 4,000 y los casos, creo, que deben ser mucho más”, considera.

Por ello, el exfuncionario demanda que la cantidad de pruebas, en este caso para detectar el coronavirus, debe ser mayor para tener una mejor perspectiva del crecimiento de la enfermedad.

“Muestrear más casos. No alcanzo a entender por qué sigue habiendo miles de casos sospechosos. Si haces la prueba de PCR, vas a saber si es confirmado o es negativo, punto. A estas alturas, ya podríamos tener puros casos positivos o negativos. Amén de los casos asintomáticos que ni siquiera van con el doctor o que si van les dicen esto es una gripilla, y como ésos van a ser miles o millones”, advierte.

Códova Villalobos explica que otra diferencia es el uso de un medicamento que ya se tenía el Oseltamivir, que se empezó a utilizar desde el cuarto o quinto día y su uso, combinado con las acciones de distanciamiento social, empezaron a reducir los casos, fue por eso que para el mes de mayo se empezaron a normalizar las actividades.

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