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#Testimonio | "En Perú, la gente no entró en pánico como en México"

Jimena García vivió el momento exacto en que el gobierno de Perú declaró el Estado de Emergencia por el COVID-19. A su regreso a México, cuenta las diferencias que percibió entre ambos países.
dom 29 marzo 2020 06:30 AM
mexicanos perú coronavirus
Jimena fue una de las connacionales que quedó varada en Perú, luego de que el gobierno de ese país decidiera cerrar fronteras y cancelar vuelos como medidas ante el COVID-19.

“No es momento de ser egoístas”, dice Jimena García, una mexicana que fue asistida por la Secretaría de Relaciones Exteriores (SRE) para regresar al país, después de estar varada en Perú durante seis días debido a las medidas que se tomaron por el coronavirus COVID-19.

Jimena es una diseñadora de 29 años de edad que hace dos fines de semana emprendió junto con su novio un viaje a Perú. Para entonces, la Organización Mundial de la Salud (OMS) recién había declarado al coronavirus una pandemia, pues los países afectados se habían triplicado y el número de personas infectadas era, en ese momento, de 121,564; hoy, los casos confirmados superan el medio millón de casos.

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La joven llegó a Lima el sábado 14 de marzo, al día siguiente se trasladó a Cusco, donde iniciaría un tour de viaje por el país sudamericano. Fue en esa ciudad cuando recibió la noticia de que el gobierno de Perú acababa de declarar Estado de Emergencia por el COVID-19, lo que significó el cierre de las fronteras y negocios, la cancelación de vuelos y el aislamiento social obligatorio.

"El domingo en la noche es cuando sacan el comunicado de que todo se para. Le hablamos al de los tours y nos dijo que, efectivamente, se cancelaba y que mejor regresáramos al hotel en ese mismo momento”, cuenta Jimena en entrevista con Expansión Política.

Las medidas que tomó el gobierno peruano, recuerda, fueron excepcionales. Aunque los supermercados iban a permanecer abiertos, los restaurantes o establecimientos de comida, no, y para hacer cumplir el Estado de Emergencia fueron desplegados policías.

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Jimena pasó seis días en Perú, donde el aislamiento por el coronavirus es obligatorio, no voluntario, como en México.

“El lunes temprano nos fuimos al supermercado. Las calles estaban repletas de policías, era impresionante; todos los negocios ya los estaban cerrando (...) Desde las 6:00 de la tarde ya no había nada abierto, y donde todavía estaba abierto, luego luego llegaban los policía a amenazar de que si no cerraban, se los llevaban a la cárcel”, describe.

Incluso, en el intento por encontrar comida, la joven tuvo que entrar de forma clandestina a una pollería que ya estaba cerrada; tocó y los propietarios abrieron un poco la cortina del local, dejando un espacio en el que apenas si pudo entrar.

En ese momento, relata, para ir a un supermercado en Perú habían más restricciones: dice que los policías interceptaban en las calles para hacer preguntas sobre la ruta y las compras; estaba prohibido que acudieran en grupo; y, para mantener la distancia recomendada por las autoridades sanitarias, entraban de 10 en 10, todos en fila.

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“Nos decían ‘puedes salir una vez al supermercado, pero solo puede ir una persona’. Los policías en cada cuadra te paraban para preguntarte a dónde ibas y de dónde venías para ver si tu ruta tenía alguna lógica, y checaban si traías maleta con compras o si llevabas dinero para comprar”, comparte.

A pesar del Estado de Emergencia y de todas las restricciones que vio en Cusco, hasta para comprar comida, Jimena recuerda que las personas respetaron las medidas de salubridad para evitar contagios y no cayeron en pánico.

“La gente fue todo el tiempo muy respetuosa. En el supermercado nadie se te acercaba a más de un metro y medio o dos metros, y todos iban con guantes, cubrebocas y bañados en gel (antibacterial). Todos respetaban las medidas sin entrar en pánico; no veías a la gente como aquí, comprando los miles de rollos de papel. Allá compraban tres cuatro cosas y se iban a su casa, nadie salía con más de tres bolsas”, dice.

En este sentido, Jimena destaca que no es necesario hacer todas esas “compras pánico” en las tiendas de autoservicio, pues, menciona, estas no van a cerrar de un día a otro y están planeadas para que siempre allá de todo.

“Hay que comprar solo lo necesario, no podemos dejar sin nada a las demás personas; este no es momento de ser egoístas”, expresa.

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Regreso a México

Jimena y otros 440 mexicanos quedaron varados en Perú. Tan solo en el hotel en el que ella y su acompañante se hospedaron había un grupo de 25 connacionales, todos adultos mayores, sin recibir atención consular.

La joven se movilizó en redes sociales y por esa vía fue contactada por la Cancillería mexicana para informarle cuál sería la ruta que debía seguir –igual que sus compatriotas– para poder volver a México.

“A nosotros nos contactaron el jueves y nos dijeron que el viernes teníamos que estar en Plaza de Armas. Sí fue pesado porque llegamos ahí y nos aventamos más de tres horas sin poder abordar los camiones, porque eran solo 12; creo que nunca se imaginaron que fuera a haber tanta gente, y éramos más de 400 mexicanos”.

Esta semana, la Cancillería informó que había logrado –en colaboración con otros gobiernos y aerolíneas– el traslado de más de 6,000 mexicanos que se encontraban varados en distintas partes del mundo debido al COVID-19.

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El trayecto en Perú no fue fácil, pues debido a que las fronteras estaban cerradas y había una prohibición para el tránsito terrestre, cada media hora los autobuses que trasladaban a los mexicanos eran sometidos a revisión por el Ejército. Entonces, menciona Jimena, un recorrido que debía ser de nueve horas fue de 14.

A la hora de tomar los vuelos para volver a México, hubo otra complicación. “Llegamos 440 personas y nos dicen que solo hay vuelos para 390 personas, entonces todo mundo se puso como loco para poder subir al avión, porque los que no alcanzaran tendrían que pasar otras 30 horas en un autobús con dirección a Lima, y de ahí saldrían vuelos”.

Al final, en Perú el ambiente ya estaba muy tenso, la gente estaba gritando y arrebatándose los lugares del avión".

La joven reconoce el trabajo que hizo la SRE para ayudarlos a regresar al país, donde observó una situación diferente a la de Perú, aun cuando, dice, vio que en redes sociales se lanzaba la campaña #QuédateEnCasa.

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"En México solo nos tomaron temperatura, no nos dieron ni recomendaciones de cuarentena ni nada (...) El aeropuerto no tenía ni jabón en los baños, la gente como si nada agarraba las maletas y se las pasaban unos a otros, no había filtros de sanidad".

Hasta este jueves, Perú registró 580 casos de coronavirus y nueve decesos; mientras que en México, que recién entró a la fase 2 de la contingencia, ya suman 585 personas infectadas y ocho muertos.

Para Jimena, el gobierno mexicano está bajando la guardia frente a esta emergencia sanitaria, y la gente aquí "tiene mucho pánico, pero no lo están canalizando, a diferencia de lo que me tocó ver en Perú, donde a las personas sí se les veía preocupadas, pero actuando de manera mucho más civilizada, y al gobierno mucho más metido en las medidas", concluye.

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