Sergio Madrid Zubirán, director ejecutivo del Consejo Civil Mexicano para la Silvicultura Sostenible, considera que son dos programas totalmente diferentes, porque se ubica a Sembrando Vida como un programa forestal, por la parte de siembra de árboles, pero en realidad no es una estrategia de cuidado y conservación de bosques.
“Sembrando Vida es más una estrategia de desarrollo rural, una estrategia para fortalecer las economías campesinas”, afirma.
En eso coincide la Red Mexicana de Organizaciones Campesinas Forestales (Mocaf), que expresó en un comunicado que Sembrando Vida tiene objetivos distintos a los que persiguen los programas forestales.
“Aunque pareciera que Sembrando Vida suple los enormes huecos que está dejando la Conafor (Comisión Nacional Forestal) en el campo mexicano, no es así, ya que en repetidas ocasiones la propia Secretaría de Bienestar ha declarado que el programa es un programa de bienestar y no es un programa ambiental”, afirmó Gustavo Sánchez Valle, presidente de la red, en octubre pasado.
En el caso de ProÁrbol, Madrid Zubirán señala que los programas grandes de reforestación tienen muy poco efecto.
“Cuando se plantean metas de siembra, estas metas gigantescas de sembrar se enfocan a sembrar esos arbolitos para cumplir con la meta, descuidando cosas que se necesitan para que haya una sobrevivencia y haya una verdadera recuperación de los terrenos que han estado degradados”, dice.
Esas metas de 'vamos a sembrar tantos millones de arbolitos' no sirven, el territorio necesita un manejo cuidadoso que integra un conjunto amplio de acciones (…) La siembra de arbolitos por sí sola, con estas metas, era muy poco eficaz y tenía pocos efectos".
Sobre Sembrando Vida, insiste en que es una estrategia interesante, innovadora, pero con fases de operación que se tienen que mejorar para impulsar las economías campesinas.
“Creemos que es un programa positivo, con muchas áreas que mejorar, para ser un programa que tenga de veras un efecto positivo y pueda tener beneficios sociales y ambientales. Pero, insisto, en el ámbito de las economías campesinas agroforestales, y no es una política forestal”, subraya.