Araceli comparte cómo les han enseñado el camino de qué hacer, cómo denunciar, cómo documentar y cómo relatar sus historias, que tengan relatorías de los hechos de tiempo, modo, lugar, de los cómo, cuándo y por qué es muy importante para llevar el caso jurídicamente y legalmente ante las instancias de gobierno, porque si no denuncian –explica– las autoridades no investigan y aún denunciando tampoco tienen muchas líneas de investigación.
Pero caminar junto con otras víctimas también le enseñó a dejar a un lado el odio contra quienes desaparecieron a su hijo.
Lee más: Sicilia: “presidente, reciba el dolor de la nación y llame a la unidad”
“Sí, en mi caso personal es la resiliencia, es un tipo justicia transicional desde mí misma, la transformación de lo que era y de lo que ahora soy, pero además de dejar el odio de quienes dañaron a los 7 policías federales y el civil, de quienes dañaron a toda mi familia y caminar por un camino para reconstruir la paz”, expresó.
Y aunque reconoce que es difícil dejar de odiar a quien desaparece a un hijo, asegura que ese sentimiento dañaba más a su familia.
“Por supuesto (que es difícil), pero tampoco puedes vivir… porque yo viví tres años con el odio de que ni siquiera quería que mis otros hijos se rieran, pero además pues yo también desaparecí para mis otros hijos que los tengo con vida y eso me dolió mucho cuando mi hija me lo hizo ver, que no nada más habían secuestrado a su hermano, sino también a su mamá porque desde el día que Luis Ángel no estaba, tampoco estaba yo, y eso me movió y sí, es muy difícil dejar de odiar, pero también es muy difícil seguir caminando en la oscuridad y yo no quiero seguir caminando en la oscuridad, yo quiero luz y luz divina”, expresó.