“Los debates, se ha visto desde hace mucho tiempo, difícilmente inciden sobre una modificación de tu perspectiva y tu percepción. Si pensamos en todo el dinero que se gasta, todo el esfuerzo que se mete en estos debates, en estos ejercicios, es dinero prácticamente tirado a la basura”, asegura Sergio Bárcena, profesor investigador del Tec de Monterrey.
Desde 1994, expone, solo se ha visto un cambio tras un debate. Ocurrió en la elección presidencial de 2006, cuando Andrés Manuel López Obrador, entonces candidato del PRD, dejó vacío su atril en el encuentro.
En todo caso, la influencia de los debates puede limitarse a mejorar o empeorar la exposición de una candidatura y su posicionamiento, pero no incide para que una persona cambie su elección, es decir, pase de una candidatura a otra.
“Los debates, ciertamente, no definen una elección. Esa es una realidad aquí y en la gran mayoría de los países”,
Georgina de la Fuente, analista política
Con el récord de rating que han tenido los debates presidenciales de las elecciones 2024, la exposición de las candidaturas crece y eso sí ha beneficiado a Jorge Álvarez Máynez, candidato presidencial de Movimiento Ciudadano (MC), pero no bastan, reiteran, para cambiar los resultados de una elección.
“Tiene que pasar algo muy llamativo para que tengan impacto los debates, dado el formato tan absurdo que han seguido”, sostiene Bárcena.
Georgina de la Fuente, especialista en elecciones e integrante de la Red de Politólogas, reconoce que los debates generan conversación e incluso, pueden tener un efecto en el 20% del electorado que todavía se mantiene indeciso, pero coincide que no deciden elecciones.
“Si bien ciertamente no deciden elecciones, sí pueden desde luego mejorar o empeorar el posicionamiento de alguna candidatura”, menciona.
El formato del debate
Los especialistas explican que los partidos políticos son el obstáculo principal para mejorar los formatos de los debates.