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#Crónica: Una noche de caos y un concierto inolvidable del conejo más escuchado

La venta de tickets falsos o clonados empañó el cierre del World’s Hottest Tour de Bad Bunny, que arrancó la segunda semana de noviembre en Paraguay y cerró este fin de semana en el Estadio Azteca.
sáb 10 diciembre 2022 02:43 PM
concierto
El cantante puertorriqueño Bad Bunny se presentó en el Estadio Azteca.

Por Dulce Soto y Dainzú Patiño

Un hombre y sus tres hijas adolescentes recorrían las filas de personas en sentido contrario. Mientras miles esperaban para acceder al concierto de Bad Bunny en el Estadio Azteca, él y su familia caminaban a la salida. Sus boletos, les dijeron en las puertas del recinto tras escanear el código de barras, habían sido clonados.

Con los ojos agua, en fila india y tomados de la mano para no perderse entre el gentío, avanzaban resignados. No verían esta noche a Benito. Como ellos, el viernes 9 de diciembre, en el primer día de dos conciertos de Bad Bunny en la Ciudad de México, casi todos lloraron.

Lo hicieron quienes se emocionaron cuando Benito cantó “Si estuviésemos juntos” y, sobre todo, lloraron quienes fueron víctimas del fraude de boletos que impidió que decenas de mexicanos vieran el gran show que ofreció el puertorriqueño.

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La venta de tickets falsos o clonados empañó el cierre del World’s Hottest Tour de Bad Bunny, que arrancó la segunda semana de noviembre en Paraguay y cerró este fin en el Estadio Azteca.

A la mitad del concierto del viernes, los fans corearon: “Benito, hermano, ya eres mexicano”, y el cantante dijo que era el mejor cumplido de la noche. Sin embargo, esa consigna fue solo un guiño de lo que las personas en México hicieron para demostrarle al “Conejo malo” que en este país se le quiere.

El cantante puertorriqueño Bad Bunny se presentó en el Estadio Azteca, en su primera fecha del World's Hottest Tour​ 2022.
El cantante puertorriqueño Bad Bunny se presentó en el Estadio Azteca. Todo se salió de control afuera.

La odisea para conseguir boletos y que resultaran falsos

Se agotaron de inmediato. En cuanto salieron a la venta los boletos para el concierto de Bad Bunny en la Ciudad de México, hace meses, las localidades se acabaron. Ahí comenzó “el viacrucis” de los fans.

Conseguir un pase para uno de los dos conciertos fue una misión casi imposible, de la que se aprovecharon revendedores al ofrecer boletos en costos estratosféricos. Las bromas en internet ilustraron el panorama: pagar el alquiler mensual del departamento o ir al concierto, por ejemplo.

Quienes consiguieron un ticket –o eso creyeron– se enfrentaron a los conocidos monstruos de la Ciudad de México: un transporte público deficiente e insuficiente, cobros sin regulación de taxistas y microbuses, y un sistema de venta de boletos que desampara al consumidor. El tren ligero, de por sí saturado, no alcanzó para transportar a los asistentes al concierto.

Unas amigas decidieron llegar en transporte público; recorrer la línea azul del Metro, hasta Taxqueña, y usar el Tren Ligero hacia el Estadio Azteca. El camino fue difícil. Abordar el tren implicaba esperar entre 20 y 40 minutos.

¿Que pasó con el concierto de Bad Bunny y los boletos clonados de Ticketmaster?
El concierto de Bad Bunny despertó gran expectativa entre miles de mexicanos.

En la Avenida Tlalpan se duplicó el tráfico vial. Y, atentos a las circunstancias, conductores de camiones de transporte público del paradero de Taxqueña cambiaron su ruta: 20, 30 o 50 pesos por persona y un traslado directo al Estadio Azteca. Sin concierto, el costo del pasaje no supera los ocho pesos. Los taxistas pedían entre 400 y 1,500 pesos por un viaje de 9 kilómetros, del Coloso de Santa Úrsula al Metro General Anaya.

Algunos fans acamparon desde la noche del jueves. Otros llegaron en la tarde del viernes. Pero nada impidió que se aglomeraran a las puertas del estadio. No había logística eficaz del gobierno local ni del recinto deportivo para agilizar la entrada de alrededor de 80,000 espectadores.

Y en medio de empujones, gritos y nervios, decenas de fans se toparon con una gran desilusión. Les dijeron que sus boletos eran falsos, o que habían sido clonados y retornaron tristes a sus hogares. Las amigas avanzaron a la entrada, sus boletos “pasaron” con luz verde en el escáner. Pero quienes venían en contraflujo cargaban caras largas.

"No me dieron acceso", "que mi boleto es clonado", "que no se puede leer", "que ya entraron con mi boleto". Así, familias enteras, grupos de amigas y amigos. Jóvenes lloraban afuera del Estadio Azteca.

“Pero sí compré los boletos en Ticketmaster”, explicaban. Eran casi las nueve de la noche y cientos de personas continuaban afuera del estadio. El concierto estaba programado para las 20:30 horas. La gente gritaba. Algunas personas, incluso, intentaron escalar los torniquetes y subieron a la fachada del Estadio Azteca. Nadie les ayudó en ese momento.

Las autoridades informaron que se investigaría la clonación de boletos. Ticketmaster, la compañía encargada de vender las entradas, aseguró que reembolsará el dinero a los afectados. Pero, como publicó un usuario de Twitter, nada de eso puede resarcir el daño de dejar a miles sin ver a uno de los máximos exponentes del trap latino y el reguetón. Ya lo dice una canción de Bad Bunny: “Auch, mi corazón”.

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Cientos de personas terminaron a las afueras del Estadio Azteca debido a la falsificación y clonación de boletos con motivo de la primer fecha del concierto del artista Bad Bunny.

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Del yo perreo sola al perreo colectivo

El concierto comenzó a las 10 de la noche y duró tres horas. Bad Bunny prendió con su “party latina”. Un gran concierto. Y eso hace más triste que decenas de personas que pagaron por un boleto no pudieran disfrutarlo. Sobre todo, tras el anuncio de que Benito tomará “un descanso” indefinido a partir de 2023.

Contrastan los detalles. El concierto tuvo todo planeado, desde fuegos artificiales hasta pulseras con luces –programadas para que encendieran al mismo tiempo, con la misma frecuencia y el mismo tono– que se regalaron a los asistentes e iluminaron el Estadio Azteca. Pero las autoridades capitalinas no pudieron planear un operativo de seguridad vial y de transporte. Hubo hasta quienes denunciaron asaltos a la salida del concierto.

Con “Yo perreo sola”, Benito recordó por qué se ha posicionado como un cantante de vanguardia. Pero, más tarde, invitó también a abrazar al de al lado, a decirle a quien amas lo que sientes. Y eso lo aprovechó uno de sus bailarines que, en pleno concierto, pidió matrimonio a otra de las bailarinas mientras Bad Bunny entonaba “Ojitos lindos”.

El perreo colectivo es otra forma de comunidad. Lágrimas de emoción. Valió la pena el concierto para todos los que vivieron una Odisea por llegar ahí.

Un fragmento de “Querida”, de Juan Gabriel, aceleró el corazón. Fueron felices por 180 minutos, aunque los pies y la espalda quedaron deshechos.

Sin embargo, al finalizar el concierto, el regreso a casa fue un nuevo reto. No había disponibilidad de taxis de aplicación y los abusos de taxistas locales continuaron. Regresó la señal a los celulares y los asistentes se enteraron, al leer mensajes de familiares, amigos y noticias, que cuando inició el concierto ya no se permitió el ingreso de nadie más, con o sin boleto clonado o legal.

Las personas, frustradas, tristes y sin acceso, intentaron dar portazo y las autoridades lo impidieron con el despliegue de la Policía Montada. Fue la locura por ver a Bad Bunny lo que en parte causó el caos, sí; pero, también, la falta de planeación de las autoridades locales y de las empresas de conciertos. Ojalá que en próximos eventos “se porten bonito”.

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