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"La pandemia nos ha dejado marcados", lamentan en iglesia de San Judas

María Guadalupe acudió para agradecer a San Judas que su hermano y tío pudieran sobrevivir al COVID-19.
mié 28 octubre 2020 05:56 PM

María Guadalupe Tirado Elías atravesó la Ciudad de México para acudir al Templo de San Hipólito este 28 de octubre, día en que se celebra a San Judas Tadeo.

Pese a las restricciones impuestas por la pandemia de COVID-19 y el riesgo de contagiarse al estar entre cientos de personas, María sentía el compromiso de no fallar este año.

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"Mi hijo estaba en un reclusorio y gracias a él mi hijo salió de esa prisión. He tenido también difuntos de esta pandemia que nos ha dejado marcados de por vida. Mi hermano y mi tío lograron superarlo, salir de la pandemia; uno de mis cuñados sí falleció", dice al salir de la iglesia.

Mientras que su tío estaba hospitalizado, su hermano debió encerrarse a solas en una habitación, intentando sobrellevar los síntomas sólo con té, paracetamol y eritromicina, bajo el seguimiento de un médico quien lo atendía por llamada telefónica.

Su cuñado de 64 años fue internado en una clínica; sin embargo, su cuerpo no soportó lo suficiente para que el sistema inmune pudiera combatir al virus SARS-CoV-2, del que hasta ahora no se conoce vacuna y medicina específica para su tratamiento.

"Como él no se quiso intubar murió, le dañó bien el pulmón izquierdo, le dañó mucho el COVID y falleció. Hemos tenido esa pérdida muy dolorosa que se queda dentro de nosotros, muy marcada", relata.

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Desde hace más de una década era una tradición acudir en familia, pero este año sólo fue acompañada de su hija, hijo, yerno y dos de sus nietos pequeños, quienes jugaban entre las figuras de San Judas y recibían dulces que regalaban a los fieles. Esta vez sus padres decidieron quedarse en casa.

"Mi mamá y mi papá están al borde del pánico por lo mismo que mi hermano estuvo en una situación muy difícil", comparte María.

Desde la salida de su hogar en Tlalpan, María y su familia intentaron tomar todas las precauciones a su alcance: todos –incluso los niños– llevan cubrebocas, usan gel antibacterial constantemente y dentro de la iglesia portaron guantes que después desecharon.

Con una mezcla de tristeza y esperanza, María decidió asumir el riesgo para demostrar su fe un año más.

"Damos gracias a San Judas, por eso estamos aquí y nos arriesgamos a venir. Hay mucha gente que no se cuida nada, yo no critico, a lo mejor porque lo ha pasado lo que nosotros sufrimos y vivimos", comenta.

Tras visitar el atrio y recibir la bendición dentro de la iglesia de San Hipólito en unos pocos minutos, sin tiempo para sentarse a reflexionar o rezar, emprenden el camino de vuelta a su hogar esperando que el próximo año puedan regresar con la familia completa.

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