#Crónica | El FRENA mantiene su toma del Zócalo con vigilantes y casas vacías
El campamento del grupo opositor a AMLO cumple un mes en el Zócalo de la CDMX con poca ocupación, pero resguardado por vigilantes ante las agresiones de las que son objeto.
El Zócalo de la Ciudad de México se ha convertido en el campo de batalla que muestra la división del país: a favor o en contra del presidente Andrés Manuel López Obrador.
A tan sólo unos pasos de Palacio Nacional –donde reside y gobierna el presidente– son los seguidores de López Obrador quienes la tarde de este jueves lanzan los primeros proyectiles verbales desde las vallas que protegen el campamento del Frente Nacional Anti-AMLO (FRENA).
"¡Viva López Obrador! ¡Ya no van a poder seguir robando! ¡¿Cuánto les pagan sus patrones?!", son algunos de las acusaciones hechas entre mentadas de madre y otros insultos a los ocupantes del plantón.
Para los integrantes de FRENA hoy es un día tranquilo, pues en otros lo que les lanzan desde el exterior son monedas, basura, botellas y piedras, cuenta José Gerardo Villarreal, líder del campamento.
"Ellos sí son violentos, nosotros no", asegura Villarreal.
Un equipo de seguridad privada resguarda el único acceso al área ocupada, así como el perímetro formado por las vallas, pero con un grupo pequeño, de unas seis personas, ha sido imposible evitar que alguien logre saltar los obstáculos e ingrese al plantón.
El líder del movimiento, el empresario Gilberto Lozano, ha amagado con instalar una cerca electrificada e incluso crear un grupo de autodefensa para "defender" la integridad de quienes acampan.
“Somos más inteligentes que ellos. Nosotros no caemos en provocación”, dijo Lozano, quien no se encuentra en el campamento, en un video que se viralizó en días pasados.
"¡Ya pónganse a trabajar!", es uno de los gritos que se recibe únicamente el personal de seguridad, pues el resto de los 200 ocupantes del campamento, que según Villarreal se encontraban en la zona, evita caminar por las orillas ante el temor a una agresión.
"Cuando me dicen eso yo me pregunto: ¿ellos para quién trabajan? Siempre vienen los mismos, ya tienen un discurso armado y los domingos la mayoría descansa", observa uno de los vigilantes.
Cerca de 200 personas de Chihuahua se acaban de ir y esperan a 300 nuevos ocupantes del Estado de México para reforzar el fin de semana, comenta Villarreal, todas de "alto nivel educativo".
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Contrario a las cifras optimistas del vigilante, apenas unas 20 personas se encuentran en el campamento limpiando sus tiendas de campaña o intentando fijar al suelo aquellas que han sido arrastradas por el aire, y que se han hecho celebres en videos y memes en redes sociales para criticar la protesta en la Plaza de la Constitución, a la que los opositores al presidente "comunista" y promotor del "aborto" lograron ingresar tras obtener un amparo.
En el plantón la única persona autorizada para hablar con los medios de comunicación es el propio líder. "No les preguntes, ellos no saben hablar", se le escapa a Villarreal.
En medio de una tensa calma, los integrantes de FRENA convocan a una marcha el próximo 21 de noviembre donde buscan sumar 500,000 detractores del presidente para pasar de los 200,000 que argumentan congregaron en la última manifestación, pero que el gobierno capitalino, encabezado por Claudia Sheinbaum, estimó en solo 5,000.
Mientras que los simpatizantes de López Obrador convocan este 24 de octubre a una movilización hacia el Zócalo, en la que buscan convocar a un millón de personas para mostrar músculo, lo que preocupa a los integrantes del equipo de seguridad.
En el epicentro del Centro Histórico, se mantiene desnuda el asta desde hace un mes, ya que los elementos del Ejército que izaban la bandera al amanecer, dejaron de hacerlo.
Su presencia ha sido reemplazada por cientos de pequeñas banderas salen de las casas de campaña entre mantas donde se lee "no a la dictadura, no AMLO".
Entre los pocos residentes que se encuentran en el lugar esta tarde, hay un grupo de personas indígenas que venden artesanías dentro del campamento mientras sus niños juegan entre las carpas. El resto son en su mayoría adultos provenientes de Monterrey, Nuevo León, quienes coordinan el acceso y operación del campamento.
Villarreal asegura que no se les paga a los residentes por estar en el campamento, sino que se trata de personas de distintos puntos del país que comparten la decepción ante el gobierno de López Obrador. Lo único que se les ofrece, dice, es una casa de campaña, una colchoneta, tres comidas al día y participar en las actividades de la capilla y la biblioteca frenista.