Al día siguiente, pese a tener una lesión en la cabeza y dolor en las extremidades, Martín aún quería salir a trabajar.
"Cuando quise revisar los datos en la aplicación, aparecía que ya me había inhabilitado porque había violado los términos y condiciones, (pero) no entregué los pedidos porque me atropellaron", cuenta Martín a Expansión Política.
Entonces, con ayuda del colectivo #NiUnRepartidorMenos, pudo conseguir que Rappi lo habilitara cuatro días después. Sin embargo, durante ese tiempo no tuvo ningún ingreso ni apoyo para atender sus lesiones, pues como repartidor carece de seguridad social.
Ahora, Martín toma clases virtuales desde la mañana hasta el mediodía. Después, sale a repartir usando el servicio de renta de bicicletas Mobike, en largas jornadas que a veces se extienden hasta la medianoche.
"Para la aplicación no somos trabajadores, somos servidores", dice Martín, quien de esa manera resume el sentir de otras personas que han encontrado en ser repartidor una alternativa para obtener ingresos, aunque en ella se topen con dificultades.