A sus más de 80 años, Juana Pacheco está obligada a salir a diario de su hogar en San José Zacatepec para buscar trabajo aseando casas, su única fuente de ingresos.
“Gracias a Dios, hay personas que todavía me dan la confianza para entrar a sus casas, hay muchos que ya no”, cuenta.
En su día a día, Juana intenta cuidarse: lava sus manos cada vez que entra a su casa y enjuaga los cubrebocas desechables con una solución de agua con cloro para poder reutilizarlos, aunque esto desgasta la tela.
Su amiga Antonia Gómez igualmente toma sus precauciones: pasó de invitarla a platicar en su sala a recibirla solo en la puerta, en un intento de protegerse ella y a su esposo, pues ambos tienen diabetes. Además, únicamente sale para comprar alimentos y, al regresar, se rocía con sanitizante en el patio, antes de entrar a la vivienda.
“Hay vecinos que todavía no lo creen a pesar de que ya vieron. Dicen que no es cierto, que es cosa del gobierno, y andan muy tranquilos. Una parte es la necesidad económica, y otra, que no creen”, afirma Antonia, de 60 años.
Creo que fue la ignorancia de que pensábamos que no era tan grave la situación y se dio esto”.
Antonia Gómez
En su calle, Narciso Mendoza, ya murió un vecino por causa del COVID-19, mientras que a unos pasos, en la calle Ricardo Flores Magón, una familia entera enfermó: hijo, madre y padre, y este último también falleció.