Hay algo que no cuadra en el discurso oficial sobre el panorama económico en México y lo que viene en el marco de la revisión del T-MEC. Como bien lo ha señalado Marcelo Ebrard, nos encontramos en un momento clave de cara al futuro de América del Norte.
#ColumnaInvitada | Narrativa vs. realidad, algo no cuadra

Es cierto que nuestro país tiene fortalezas estructurales que se han visto reflejadas en la resiliencia de la economía, a pesar del entorno tan adverso. Sin embargo, en diversas instancias en los últimos días, actores del gobierno federal han buscado transmitir un mensaje de satisfacción, optimismo y futuro que no corresponde con una realidad por demás evidente para cualquier observador.
Ante la audiencia de un evento organizado por el Consejo de las Américas el 20 de mayo, un funcionario de la Secretaría de Hacienda transmitió optimismo con respecto a la actividad económica, los salarios, el mercado laboral y el ahorro de los hogares mexicanos.
Asimismo, habló de potencial de crecimiento por factores demográficos y educativos y por la capacidad industrial y productiva del país; así como por el aumento en la inversión pública y privada. Unos minutos antes, el propio Ebrard se mostró optimista respecto a la creación de una nueva economía regional que nos permita ser más competitivos y por diversas acciones para promover las inversiones y el talento en México.
Un panorama similar fue pintado dos días después en una de las conferencias matutinas de la presidenta, en la que se destacó inversión extranjera directa récord, producto de la confianza que genera nuestro país.
Lo cierto es que, conforme a diversos indicadores nacionales e internacionales, la economía mexicana ya se encuentra en un periodo de desaceleración que ha sido agravada, mas no causada, por la política comercial de Estados Unidos. Decisiones tomadas aquí en México en el ámbito legislativo desde los últimos meses han desatado un proceso de erosión de instituciones y contrapesos que favorecían la creación de condiciones para asegurar que decisiones fundamentales en sectores estratégicos no fueran rehenes de los vaivenes políticos, aportando así certidumbre regulatoria y jurídica.
Se desaparecieron autoridades autónomas encargadas de garantizar mercados competitivos y proteger a consumidores; se empeoraron las condiciones para acceder a la información; se establecieron restricciones a la participación de particulares en el sector energético; se brindaron privilegios a empresas del Estado; se permitió la actividad monopólica del Estado en el mercado de telecomunicaciones; entre otras determinaciones que nos colocan en un estado de incumplimiento inequívoco ante nuestros principales socios comerciales.
Por otro lado, la erosión de la independencia judicial que supone elección de personas impartidoras de justicia por voto popular y la eliminación del sistema judicial de carrera constituye una fuente de incertidumbre innegable.
De este modo, pareciera que la narrativa oficial utilizada hacia el exterior para promover la confianza va en el sentido opuesto a la actividad legislativa impulsada por el propio Ejecutivo Federal. Ello explica en buena medida que la nueva inversión extranjera haya cerrado en 2024 con niveles mínimos históricos y un 40% por debajo de 2023, conforme datos del Banco de México. La incertidumbre política también explica, en parte, la salida sostenida de capitales extranjeros en los últimos ocho meses. Tan solo este mes, se reportó que, al 19 de mayo, se acumularon seis días seguidos con salidas de capitales, registrando un total mensual de más de 55,500 millones de pesos.
Pero también se observan inconsistencias en las propias acciones realizadas por el gobierno federal para buscar generar confianza. Si bien se han anunciado supuestas inversiones históricas en infraestructura en el marco del Plan México, lo cierto es que el presupuesto de 2025 registró una reducción de 14% en términos reales en este rubro con respecto a 2024.
Como señaló la Comisión de Infraestructura durante la discusión legislativa del paquete económico de este año, la concentración de la inversión pública en proyectos emblemáticos como el Tren Maya y la Refinería Dos Bocas desatendieron seriamente sectores como el carretero y el hidráulico, esenciales para atender los retos de conectividad, movilidad y seguridad hídrica.
Hay muchos elementos del discurso oficial que simplemente no cuadran con la realidad. De entrada, habría que sugerirle a Hacienda y a Economía que actualicen sus presentaciones oficiales, pues el Banco de México acaba de ajustar nuevamente sus proyecciones de crecimiento a la baja para este año y para el siguiente, justo por encima de 0.
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Nota del editor: Las opiniones publicadas en esta columna corresponden exclusivamente a Georgina de la Fuente.